Pero si olvidamos el propósito de la vida humana, y utilizamos los beneficios dispensados por los agentes del Señor para el único placer de nuestros sentidos, empantanándonos cada vez más en la existencia material, que no es el propósito de la creación, nos convertimos en «ladrones», y debemos ser castigados por las leyes naturales.

Una sociedad de «ladrones» nunca puede encontrar su equilibrio, porque olvida el verdadero objetivo, el destino final. Ignora los sacrificios y sólo busca más disfrute material. Sin embargo, el Señor en la forma de Chaitanya Mahaprabhu, el Avatar Dorado, ha introducido en el mundo el sacrificio más fácil, «la glorificación del Señor Krishna mediante el canto de Sus Santos Nombres, Haré Krishna», respetando y aplicando los principios regulativos de la conciencia de Krishna.

Los devotos del Señor están libres de todas las faltas, porque no comen carne, pescado y huevos, sino sólo alimentos ofrecidos en sacrificio. Pero los que preparan la comida para su propio disfrute sólo se alimentan del pecado.

Haré Krishna, haré Krishna, Krishna Krishna, haré haré
Haré Rama, haré Rama, Rama Rama, haré haré

Este sublime canto en sánscrito significa: Oh energía del Señor, Oh. Señor fuente de toda felicidad, por favor hazme tu amada sierva (doncella) y déjame servirte.

Krishna y Rama son los Nombres de Dios, y Haré no es otra cosa que Su energía interna, Su energía de dicha.

Las leyes divinas funcionan perfectamente en todos los ámbitos, porque actúan bajo la autoridad de Dios.

En efecto, nadie debe pensar que la naturaleza material actúa por sí misma, sin que alguien la dirija.

Por ejemplo, las nubes están bajo el control de Indra, el ser celestial dotado de poder, el calor es distribuido por el ser celestial dueño del Sol, la luz refrescante de la Luna es difundida por Candra el ser celestial dueño de la Luna dotado de poder, y el viento sopla a instancias del ser celestial Vayu, también dotado de poder.

Pero por encima de todos estos seres celestiales está el más grande de todos los seres, el Señor Soberano, Krishna. Los seres celestiales también son seres individuales, distintos de Dios como todos nosotros, pero debido a su fe y devoción, han sido promovidos a tales posiciones.