Los hombres de breve inteligencia adoran a los seres celestiales. Los frutos de su culto son efímeros y limitados. Aquel que se dedica a los seres celestiales alcanza sus planetas, cuando los devotos de Krishna alcanzan su planeta supremo.
El que adora al ser celestial del Sol irá al Sol, el que reza al ser celestial de la Luna irá a la Luna, y el que adora a Indra el rey de los cielos irá a su planeta, pero nunca es adorando a ninguno de los seres celestiales como se llegará a Dios, la Persona Suprema. Los adoradores de los seres celestiales llegan a los distintos planetas del universo material, mientras que los seres santos, los devotos de Krishna o Visnu, irán directamente al planeta supremo, la morada de Dios, en el mundo espiritual.
Aquel que, en todas las circunstancias, tiene presente que todos los seres, sin excepción, humanos o celestiales, son parte integrante del Señor, tiene un conocimiento perfecto. Pero olvidar esta noción fundamental y adorar a los seres celestiales es limitar el viaje a los planetas materiales, en lugar de buscar los planetas lejanos que corresponden al destino último alcanzado por los devotos, los planetas espirituales.
Los beneficios otorgados por los seres celestiales sólo pueden ser perecederos, ya que todo en este mundo, los planetas, los seres celestiales y sus adoradores, es perecedero. Por eso la adoración de los seres celestiales es precaria y, por tanto, está reservada a las mentes fracasadas. Sus frutos difieren en todo de los cosechados por los seres santos, los devotos del Señor, que están absortos en la conciencia de Krishna, en el servicio de amor y devoción ofrecido a la Persona Suprema, y que así experimentan una existencia eterna, donde abundan el conocimiento y la dicha.
El Señor es infinito, al igual que su gracia, su misericordia y el favor que muestra a sus devotos puros.
Ofrezcamos sacrificios a Krishna, y los seres celestiales estarán satisfechos.
Los seres celestiales, Indra, Candra, Varuna, tienen el encargo preciso de gestionar los asuntos de la galaxia, y los Vedas, las escrituras sagradas originales, recomiendan ofrecerles sacrificios para complacerlos, de modo que proporcionen de buen grado el aire, la luz y el agua necesarios para la producción de los alimentos que el hombre necesita para vivir.
Los innumerables seres dotados de poderes para gobernar los asuntos de la galaxia material se llaman «seres celestiales». Son responsables de proporcionar aire, luz, agua y todo lo necesario para el mantenimiento de los seres vivos. Todos asisten a la Persona Suprema. Su satisfacción y su disgusto dependen de los sacrificios de los hombres.