Logos 462
La verdadera justicia, acquella de la que Dios es el iniciador y propagador, tiene como esencia su naturaleza divina, la rectitud, la imparcialidad, la equidad, la moralidad, la virtud, la ética, la armonía y la paz.
Se basa en leyes y mandamientos divinos. Se aplica a todos los seres, independientemente del color de la piel, la raza, el origen étnico, el pueblo, la nación, y no hace distinción entre el hombre y la mujer, el grande y el pequeño, el poderoso y el débil.
Mantiene el honor de cada persona, la honestidad, la integridad, el respeto a los demás, la amabilidad, la compasión, la tolerancia, la benevolencia, la parte reservada a cada persona y el reparto equitativo de los bienes, los recursos y la tierra. Sanciona la maldad en todas sus formas.
Es porque los hombres ya no respetan a Dios, las leyes divinas, no aplican sus deberes espirituales, y la espiritualidad está en decadencia, que el desorden, la infelicidad, el sufrimiento, el odio, la maldad, las epidemias y la guerra reinan en toda la tierra.
Incluso hace 5.000 años, la gente amaba y honraba a Dios, respetaba y aplicaba las leyes divinas, los ritos divinos, y daba gloria al Señor de los señores, Krishna, Dios, la Persona Suprema y Soberana.
En ese momento, el maestro espiritual, la mujer, el niño, el anciano y la vaca estaban protegidos, toda la sociedad se beneficiaba y vivía en paz. La espiritualidad animó a toda la humanidad.
Este es el modelo que Dios había establecido, y es el modelo que nosotros también debemos adoptar y aplicar.