Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Comprendamos que el sufrimiento, el dolor y la desgracia que sufrimos tienen por objeto permitirnos borrar nuestros actos culpables, reducir la masa de pecados y actos culpables acumulados en nuestras diversas vidas pasadas, y permitirnos arrepentirnos, hacer penitencia, resolver no volver a hacerlo y volvernos finalmente hacia Dios, que es el objetivo último de la existencia.

Teniendo esto en cuenta, si nos permitimos quitarle la vida a un ser humano, le impedimos todo esto y, lo que es peor, le condenamos a sufrir. No nos aferremos a la esfera material de la existencia, olvidando que la dimensión espiritual es primordial, y que la materia procede de lo espiritual.

En realidad, al practicar la eutanasia o el suicidio asistido, mediante estos dos actos abominables, la gente sólo está desplazando las causas del problema. Creen que están poniendo fin al sufrimiento causado por el cuerpo, pero no es así, porque la raíz o las causas de su sufrimiento permanecen. En realidad, la muerte no resuelve sus sufrimientos ni les pone fin, pues sus causas sólo se trasladan a su vida futura. El Señor deja claro que la muerte es segura para los que nacen, y el nacimiento es seguro para los que mueren.

Esta palabra del Señor es una advertencia para los seres humanos que ignoran los datos relativos a la verdad existencial. Mientras permanezcamos encadenados a la materia, esclavos de nuestros sentidos y de nuestra mente, prisioneros de este mundo material por nuestra negativa a obedecer a Dios, nos veremos obligados a pasar por el ciclo de repetidos renacimientos y muertes, no se resolverán las condiciones que están en el origen de nuestros sufrimientos en la existencia material.

El cuerpo material es en realidad la prisión del alma espiritual. Lo hemos olvidado, pero el feto en el útero y luego al nacer, el ser sufre. El cuerpo es la fuente del sufrimiento del ser espiritual encarnado. Como Dios mismo dijo, este mundo material es un universo de sufrimiento. Por eso, desde hace miles de años, nos pide que volvamos a su reino absoluto, donde el sufrimiento está ausente y la verdadera felicidad es real y permanente.

La eutanasia no alivia el sufrimiento del ser espiritual encarnado, pues en realidad hace que las dificultades y sufrimientos físicos, mentales y psíquicos del alma encarnada se desplacen a su vida futura, y tendrá que volver a sufrir en su existencia futura. De hecho, renacerá en las mismas condiciones que conoció en el momento de su muerte, y los impedimentos físicos que tenía se encontrarán en su nuevo cuerpo. Desde el momento de su nacimiento, sufrirá una y otra vez.

Tenemos un ejemplo de esto en muchas familias, donde el bebé nace discapacitado, con malformaciones físicas y mentales, u otras, consecuencias de sus actos culpables cometidos en su vida pasada, y no borrados. Ocurre con frecuencia que nace con una enfermedad incurable, generalmente la que tenía cuando murió en su última vida, o que no vive mucho y muere joven, porque su segunda vida es en realidad la continuación de su última existencia interrumpida por un acto abominable, la eutanasia, el suicidio asistido o la ayuda médica para morir.

A diferencia del común de los mortales, el sufrimiento, el dolor y otras desgracias no pueden ser alteradas, disminuidas o aminoradas en este mundo material, pues son fruto de nuestras propias acciones pasadas. Es imperativo que los borremos como se ha dicho anteriormente, de lo contrario permanecerán, y los encontraremos de nuevo en nuestras próximas vidas.

El propósito de la existencia es mejorar nuestra condición de encarcelados. El alma espiritual, que cada uno de nosotros es, sólo puede ser feliz cerca de Dios, en el mundo espiritual, donde la libertad es real, total y perfecta.

Krishna, Dios, la Persona Suprema es el objetivo último de la existencia, y la llave de oro para la liberación de este sufrido mundo material. El Señor nos pide que renovemos nuestro vínculo con Él, que nos entreguemos a Él, que le amemos, que le obedezcamos, que hagamos sólo su voluntad, que unamos nuestros deseos e intereses a los suyos y que le sirvamos con amor y devoción, entonces veremos desaparecer todos nuestros sufrimientos para siempre.

La verdadera felicidad es con Krishna, Dios, la Persona Suprema, porque Él es la fuente de la dicha absoluta y perfecta.

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