Logos 455
¿Cuándo comprenderán los que eligen el camino de la maldad en todas sus formas que el odio, el racismo, el resentimiento, la ira, la venganza y la violencia engendran una mentalidad cerrada, esclerotizan el intelecto, disminuyen el discernimiento, impiden las perspectivas de futuro, acentúan la tristeza, aumentan el sufrimiento y sumergen al ser en el ciclo del renacimiento y la muerte repetidos?
Sólo el amor incondicional, la bondad, la amabilidad, la generosidad, la compasión, la tolerancia, la misericordia, la magnanimidad, la humildad y la benevolencia abren la mente a Dios, a la verdad, permiten adquirir la conciencia de Dios, elevan y liberan al ser, mejoran el discernimiento, amplían el espacio-tiempo y eliminan la tristeza.
Cuando el alma espiritual encarnada sirve al Señor Supremo, se libera de todas las necesidades materiales y sus sentidos se purifican por el mero hecho de estar empleados en el servicio del Señor Supremo.
En verdad, la reencarnación es una realidad ocultada a los hombres por los seres demoníacos. La reencarnación se actualiza mediante acciones, pensamientos, palabras y deseos, que determinan cuál será nuestra próxima existencia y qué cuerpo será el nuestro. Entonces comenzará el ciclo de renacimientos y muertes sin fin, acompañado de su cuota de sufrimiento.
Las pruebas están a nuestro alrededor. Basta con mirar a los seres humanos que tenemos delante para comprender que su ceguera, sus deformidades, sus problemas físicos, sus sufrimientos reiterados, etc., son el resultado de actos culpables cometidos en su vida anterior.
Todos aquellos que se rinden a Dios, que le aman, que le obedecen, que hacen sólo su voluntad y que le sirven con amor y devoción, escapan a la reencarnación, pues el Señor pondrá fin a su estancia en el universo material y los llevará a sí mismo en su reino absoluto de conocimiento, dicha y eternidad.