Logos 395
Siendo almas espirituales, las concepciones corporales no nos conciernen.
La corpulencia, la delgadez, el sufrimiento físico y mental, la sed, el hambre, el miedo, la desarmonía, el deseo de disfrute material, la vejez, el sueño, el apego a las posesiones materiales, la ira, la pena, el engaño y la identificación con el cuerpo no son más que transformaciones de la envoltura material que cubre el alma espiritual. Cualquier persona que tenga una visión material y centrada en el cuerpo de la vida se ve afectada por estos fenómenos, pero el alma no se ve afectada por la visión del cuerpo. Así que no es ni gordo ni delgado ni nada parecido.
El ser espiritualmente evolucionado no tiene ninguna conexión con el cuerpo ni con sus acciones y consecuencias. Cuando uno llega a comprender que su propia existencia difiere de la del cuerpo y que, por tanto, no es ni gordo ni flaco, alcanza el nivel más alto de realización espiritual. Por el contrario, el que no es consciente de su verdadera identidad permanece encadenado al universo material debido a su concepción corporal de la existencia. Actualmente, toda la humanidad vive con esta conciencia corporal. La inteligencia espiritual permite comprender esta verdad y, al mismo tiempo, elevar la sociedad al nivel de la perfección.
Quien deja de estar afectado por la concepción corporal de la existencia en sus diversos aspectos puede elevarse al servicio devocional al Señor. Cuanto más nos liberemos de la concepción corporal, más firmemente nos estableceremos en el servicio devocional y más felices y pacíficos seremos. El ser libre de la concepción corporal de la existencia vive separado del cuerpo, incluso cuando vive en este mundo material.
Todos los seres humanos se llevarían mucho mejor si no existieran el «mío», el «tuyo», el «yo» y el «tú» inherentes al concepto corporal de la existencia.
La noción errónea de «yo» y «tú», basada en un concepto corporal de la existencia, es producto de la ignorancia. Esta conciencia corporal es la causa de sucesivas muertes y renacimientos, y somete indefinidamente al ser a la existencia material.
En verdad, el alma espiritual no tiene nada en común con el concepto material de existencia que desarrolla en el estado condicionado, pero si se identifica con este falso concepto, es porque está bajo la influencia de la energía del Señor. La energía externa actúa bajo la dirección del Señor y gobierna, por su voluntad divina, la existencia de los seres individuales distintos de Dios. Aunque en su estado original el ser es conciencia pura, es influenciado por la voluntad del Señor a través de su energía externa.