A la espiritista también le gusta contemplar sus redondeadas caderas, ceñidas por un cinturón que descansa sobre la exquisita tela de seda amarilla que le llega hasta los tobillos. Entonces el espiritista debe meditar en el ombligo del Señor, situado en el centro de su abdomen y similar a la luna. De este ombligo, que representa el fundamento de toda la galaxia, crece el tallo de loto que contiene todos los diferentes sistemas planetarios, y cuya flor sirve de residencia a Brahma, el primer ser creado (el demiurgo y regente de nuestra galaxia). Del mismo modo, debe centrar su atención en los pezones del Señor, que son como un par de hermosas esmeraldas y están teñidos de matices opalinos por el brillo que emana de los collares de perlas lactantes que decoran su pecho.
El espiritualista debe entonces meditar en el seno del Señor Soberano, la morada de la Diosa Maha-Laksmi; el seno del Señor es la fuente de toda la dicha trascendental para la mente, así como la satisfacción total para los ojos. Entonces debe grabar en su mente el cuello del Señor, a quien todo el universo adora; Su cuello realza la belleza de la joya Kaustubha que adorna Su pecho.
El espiritista debe meditar además en los cuatro brazos del Señor, que representan la fuente de todos los poderes de los seres celestiales que gobiernan las diversas funciones de la naturaleza material. Entonces debería concentrarse en los relucientes ornamentos de Sus brazos, pulidos por el movimiento giratorio del Monte Mandara. También debe contemplar debidamente el disco del Señor, el sudarsana-cakra, que tiene mil rayos y brilla con un resplandor deslumbrante, así como su concha en forma de cisne en la palma de su mano en forma de loto.
El espiritista debe meditar en la maza del Señor, que se llama Kaumodaki y es muy querida por Él. Esta maza aplasta a los guerreros demoníacos, siempre beligerantes, y se mancha con su sangre. También debe meditar en la magnífica guirnalda que cuelga del cuello del Señor, constantemente rodeada de abejas que zumban suavemente. Además, debe meditar en el collar de perlas del Señor, que se considera que representa a las almas puras constantemente absorbidas en Su servicio.