Logos 311
En verdad, la fuente original de todas las formas de poder es una, Dios. Sin Él, nadie puede tener ninguna fuerza, ningún poder. Cada uno de nosotros, ya sea móvil o inmóvil, superior o inferior, incluido Brahma el demiurgo, el primer ser creado y regente de nuestra galaxia designado para ese puesto por Dios mismo, está dirigido por el poder de Dios, la Persona Soberana.
Dios, la Persona Suprema, dice: «Todo lo que es bello, poderoso, glorioso, incubado, sabed que es un mero fragmento de Mi esplendor. Después de muchos renacimientos, cuando sabe que Yo soy todo lo que es, la causa de todas las causas, el hombre de verdadero conocimiento se entrega a Mí. Raro es un alma tan grande».
Todo poder o potencia extraordinaria que pueda notarse en cualquier lugar o ser, proviene de Dios, la Persona Suprema. Todos los seres vivos, pequeños y grandes, dependen de la misericordia del Señor Supremo. Nuestro único deber es entregarnos a Él, pues somos siervos (siervas) y no podemos obtener por nosotros mismos la posición de amo. Sólo por la gracia de Dios podemos alcanzar esta posición, y nunca por nuestros propios esfuerzos. Se necesitan millones de vidas para comprender la posición subordinada del ser vivo, pero cuando uno es verdaderamente sabio, se entrega a Dios, la Persona Suprema, y no se vuelve orgulloso. Dios, la Persona Soberana, que es el Maestro Supremo y el factor tiempo, es el poder de los sentidos, el poder de la mente y del cuerpo, y la fuerza vital de los sentidos. Su influencia no conoce límites. Él es el mejor de todos los seres vivos, el Maestro de los tres atributos de la naturaleza material. Por Su propio poder crea esta manifestación cósmica, la mantiene y también la aniquila.
Puesto que el universo material es movido por los tres atributos de la naturaleza, y el Señor es su Maestro, Él puede crear, sostener y aniquilar el universo material. Nadie lo iguala ni lo supera, Él es el Único Absoluto sin segundo.
Logos 312
La educación espiritual es la base de la ciencia de Dios, la enseñanza del Señor, y permite comprender que el alma espiritual es diferente y distinta del cuerpo material.
El Señor dice: «En el momento de la muerte, el alma asume un nuevo cuerpo, con la misma naturalidad con que pasó, en el anterior, de la infancia a la juventud y luego a la vejez. Este cambio no perturba al ser sobrio.»
Por desgracia, esta educación espiritual está completamente ausente de la civilización moderna. Nadie entiende su verdadero interés, que es el del alma espiritual y no el del cuerpo material. La verdadera educación es espiritual. Trabajar intensamente bajo la influencia de una concepción corporal de la vida, sin educación espiritual, es vivir como un animal. La gente gasta mucha energía simplemente para las comodidades del cuerpo, sin ser educada en cuanto al interés del alma espiritual. Viven en una civilización peligrosa, porque el alma espiritual debe transmigrar, reencarnarse de un cuerpo a otro. Sin educación espiritual, las personas se mantienen en la ignorancia y no saben lo que les sucederá después de que sus cuerpos mueran. Trabajan a ciegas y los líderes ciegos los dirigen. El hombre privado de razón no sabe que permanece completamente bajo la esclavitud de la naturaleza material y que ésta le impondrá después de la muerte un determinado tipo de cuerpo, que tendrá que aceptar. No sabe que aunque sea en este cuerpo presente una persona muy importante, puede renacer en el cuerpo de un animal o de un árbol por haber actuado en la ignorancia de Dios bajo la influencia de los modos de influencia de la naturaleza material.
La educación espiritual cultiva y desarrolla la conciencia de Dios, y da a la humanidad la verdadera luz de la existencia espiritual. Enseña que cada uno de nosotros es un alma espiritual y no el cuerpo, y nos enseña a entregarnos a Dios, a renovar nuestro vínculo con Él y a servirle con amor y devoción. Da la llave para entrar en el reino de Dios.