Logos 316
En verdad, que no se aflijan todos los que desean amar a Dios, obedecerle, hacer su voluntad y servirle con amor y devoción, si el Señor les quita todas las riquezas y posesiones materiales, pues los destina a morar a su lado, en su servicio divino, y a entrar en su reino eterno. Dios no quiere que permanezcan en el mundo material.
Esta es la misericordia especial de Dios, la Persona Suprema, hacia Sus devotos. Se lleva todas las posesiones de su devoto como primera marca de su especial favor. El siervo de Dios, sin embargo, nunca se preocupa por tal pérdida. Continúa su servicio y el Señor los recompensa generosamente, más allá de las expectativas del hombre o la mujer común. Al final de su existencia dejarán sus cuerpos materiales y, por la gracia de Dios, encontrarán sus cuerpos espirituales y entrarán en su reino de conocimiento, dicha y eternidad, donde vivirán en una felicidad inefable. Nunca más volverán a este mundo material.
El Señor Supremo es la fuente de todos los placeres. Es cuando el ser vivo entra en contacto con Él, intercambiando de nuevo con Él un sentimiento de amor natural y eterno a través del cual se unen, que encuentra la verdadera vida y la verdadera felicidad eterna.
Logos 317
No intentes superar las leyes de la naturaleza sin Dios; nunca lo conseguirás.
El único camino hacia la inmortalidad es volver a Dios, como hacen todos los que sirven al Señor Supremo con amor y devoción, y como deberían hacer todos los seres humanos.
Aquel que puede cultivar el conocimiento absoluto mientras cumple con sus deberes materiales es el único que puede escapar de los ciclos de muerte y renacimiento repetidos. Sólo él puede disfrutar de las bendiciones de la inmortalidad.
A diferencia del mundo espiritual increado y vivo, el universo material es un mundo muerto, pues la materia es inerte. Sólo está animada, en verdad, por el contacto con entidades espirituales, chispas espirituales vivas, partes integrantes de Dios, que son su elemento activo o fuerza motriz.
El conocimiento espiritual es inherentemente superior al conocimiento material. Para buscar el verdadero conocimiento espiritual, uno debe: volverse perfectamente honesto, humilde y aprender a respetar a los demás. Tener pensamientos, palabras y acciones llenas de bondad, para no crear ansiedad en los demás, y duplicidad en nuestro trato con los demás. Amar al prójimo, aprender a ser amable, tolerante, incluso ante la provocación. Evitemos engañar a la gente y mentir, para no crear desorden en los demás, y obligarles a hacer cosas desastrosas para ellos y los que les rodean.