Dios no puede manifestarse en un corazón donde reina el dolor o la ira. Aquel que no causa angustia ni problemas a ningún ser vivo, que adopta hacia todos la actitud benévola de un padre hacia sus hijos, y cuyo corazón es puro, éste es aquel a quien el Señor colma rápidamente con su gracia.
La verdadera sabiduría, obtenida después de muchas existencias, es la que adquiere quien se rinde al Señor Supremo, con pleno conocimiento de que Él es el origen de todo lo que ES y la causa de todas las causas. Así es como uno permanece apegado a Dios y desarrolla gradualmente el amor por Él. La persona dotada de tal sabiduría es, por tanto, particularmente querida por Dios, pero aquellos que, afligidos por la desgracia o la necesidad, se refugian en Dios para obtener satisfacción, no deben ser considerados menos magnánimos.
El Señor Supremo dice: «Establecida en la realización espiritual, purificada de todas las impurezas materiales, el alma realizada se regocija en la felicidad suprema de la unión constante con el Absoluto (Dios).
Darse cuenta del propio ser espiritual es conocer la posición original y eterna de uno en relación con Dios, saber que uno es un alma espiritual, una parte integral del Señor, y que está hecho para servirle con amor y devoción. La unión espiritual constante con el Absoluto es la perfección de la existencia, que continuará hasta el reino de Dios, donde alcanzará su cima y nunca cesará.»
Logos 256
El Supremo Eterno dice: «De todas las cosas de este mundo, materiales y espirituales, sabed que Yo soy el Origen y el Fin.»
Todo lo que existe es el producto de la unión del alma con la materia. Y todo se basa en la energía espiritual. El alma no es, como pretenden algunos, una manifestación de la materia en un determinado estadio de su evolución. Por el contrario, es la materia la que tiene su origen en la energía espiritual, a partir de la cual se manifiesta todo el universo. Así, cuando el cuerpo material se desarrolla desde la infancia hasta la madurez y luego hasta la vejez, es porque una fuerza superior lo anima, y esta energía vital es el alma. Del mismo modo, en otra escala, si el universo existe y se desarrolla, es por la presencia del Alma Suprema, Dios.
Toda la manifestación cósmica, la «forma universal», está constituida por una interacción de energías materiales y espirituales cuya causa original es el Señor Supremo, de quien emanan. El ser individual distinto de Dios, un pequeño fragmento del Señor, puede transformar las energías materiales en un rascacielos, una fábrica, una ciudad, etc., pero es totalmente incapaz de crear estas energías, al igual que es capaz de crear un planeta o una galaxia. El origen del universo es el Alma Suprema, Dios, el creador de todos los seres y la causa de todas las causas.