Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 220

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El Señor Supremo, presente en el corazón de todos los seres vivos, da orientación a cada uno según su capacidad de asimilación.

No es posible determinar a partir de las apariencias quién tiene el favor de Dios y quién no. Según la actitud de cada uno, el Señor puede ser un consejero directo y también un extraño. Se manifiesta a cada uno de nosotros según nuestra capacidad de percibirlo. Dios se revela en proporción al grado de receptividad de cada persona. El Señor es imparcial con todos, y cada persona progresa en la conciencia de Dios según su capacidad de recibir su gracia.

Cuanto más progresa una persona en la virtud, más se revela su brillo en virtud del servicio devocional; por el contrario, cuanto más le cubren la pasión y la ignorancia, menos visible es su brillo. El hecho de que nuestras características sean más o menos visibles no proviene de la parcialidad del Señor Supremo sino del grado en que las influencias de la naturaleza material, virtud-pasión-ignorancia, nos cubren. Así se puede comprender hasta dónde se ha progresado en la virtud y hasta dónde se está influenciado por la pasión y la ignorancia.


Logos 221

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El Señor dice: «Cuando un ser individual, creyéndose diferente de Mí, olvida su identidad espiritual, según la cual es Uno conmigo en el plano de calificación, tanto en la eternidad como en el conocimiento y la dicha, entonces comienza su existencia material condicionada. En otras palabras, en lugar de identificar sus intereses con los míos, comienza a interesarse por las extensiones de su cuerpo, como su esposa, sus hijos y sus posesiones materiales. Así, por efecto de sus acciones, a un nacimiento le sigue otro, y a una muerte, otra.»

No escuches a los malhechores demoníacos que afirman que el ser espiritual es igual a Dios, la Persona Suprema, porque ahí está la causa de la existencia condicionada. En cuanto un ser distinto de Dios olvida su propia posición y busca hacerse Uno con el Absoluto, comienza su existencia condicionada.

En efecto, la concepción de que el Señor Supremo y el ser espiritual separado de Dios son iguales no sólo en calidad sino también en cantidad es la causa de la existencia condicionada. Cualquiera que olvide la diferencia entre el Señor Supremo y el ser separado está sujeto a las condiciones del mundo material, lo que significa que tendrá que abandonar un cuerpo para aceptar otro, y morir para volver a morir.

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