Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 217

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Está escrito: «Mientras el cuerpo etéreo, formado por la mente, el intelecto y el falso ego, envuelve al alma espiritual, ésta permanece encadenada a las consecuencias de sus acciones interesadas. Como resultado, el alma espiritual está atada a la energía material y debe sufrir los sufrimientos y contratiempos inherentes a la condición material, vida tras vida.»

La entidad espiritual, el alma espiritual, está presa en el cuerpo etéreo, que está compuesto por la mente, el intelecto y el falso ego. Por lo tanto, en el momento de la muerte, la disposición de la mente es la causa de su próximo cuerpo. En el momento de la muerte, la condición mental del ser vivo determina el siguiente cuerpo al que será transportado. Si resiste los impulsos de la mente absorbiéndola en el servicio amoroso del Señor, la misma mente no puede degradarlo. El alma individual está sujeta a las leyes de la acción egoísta.

Por lo tanto, el deber de todo ser humano es fijar constantemente su mente en el Señor. Cuando la mente se dirige así hacia Dios, la mente se purifica; entonces recibe su inspiración del Espíritu Santo. Así es como el ser vivo progresa liberándose gradualmente de la esclavitud a la materia.


Logos 218

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En verdad, es el Alma Suprema, también llamada Espíritu Santo, la que dirige todo, en colaboración con el alma individual (Nosotros). Esta Alma Suprema, que dirige las actividades del cuerpo, difiere de él como del aliento que lo anima.

El Señor Supremo dice: «Yo estoy en el corazón de cada ser, y de Mí provienen el recuerdo, el conocimiento y el olvido».

Aunque el alma está presente en cada cuerpo material, no es realmente la persona más importante que actúa a través de los sentidos, la mente, etc. El alma individual

sólo puede actuar en colaboración con el Alma Suprema, ya que es esta última la que le da instrucciones para actuar o no. El alma individual sólo puede actuar en colaboración con el Alma Suprema, pues es ésta quien le da instrucciones para actuar o no actuar. Nadie puede actuar sin la aprobación del Alma Suprema, porque es el Alma Suprema la que presencia los actos y es el Alma Suprema la que consiente o no su realización.

Quien estudia cuidadosamente bajo la guía de un genuino maestro espiritual puede captar el conocimiento espiritual de que Dios, la Persona Suprema, es en realidad quien dirige todas las actividades del alma individual, así como quien ordena sus consecuencias. Aunque el alma individual está en posesión de los sentidos, en realidad no los controla; en realidad pertenecen al Alma Suprema.

El Alma Suprema aconseja al alma individual que se entregue a Él y así encuentre la felicidad. Al hacerlo, puede convertirse en inmortal y unirse al mundo espiritual, donde experimentará el mayor éxito en forma de una existencia eterna, llena de conocimiento y dicha.

En verdad, el alma individual es diferente del cuerpo, de los sentidos, de la fuerza vital y de los aires que circulan dentro del cuerpo; además, por encima de ella está el Alma Suprema, que le proporciona todas las facilidades. Ahora, el alma individual que rinde todo al Alma Suprema vive muy feliz dentro del cuerpo.

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