Logos 147
La conciencia se desarrolla en la forma humana y florece más en los habitantes de los planetas superiores y paradisíacos. La Tierra se encuentra más o menos en el centro de la galaxia en términos de evolución espiritual, y la forma humana se encuentra en la confluencia de las especies divina y demoníaca.
Los sistemas planetarios por encima de la Tierra son especialmente para los seres de inteligencia superior que se denominan seres celestiales o habitantes de los planetas edénicos. Se llaman así porque, a pesar de su nivel de vida muy superior, tanto en cultura como en placer, esplendor, belleza, aprendizaje y longevidad, siempre tienen plena conciencia de Dios. Siempre están dispuestos a servir al Señor Supremo, pues saben muy bien que el ser separado es por naturaleza un eterno servidor del Señor, subordinado a Él. También saben que sólo el Señor puede satisfacer las necesidades de todos los seres.
Logos 148
Los seres santos adoran al Señor Supremo con el único propósito de desarrollar una devoción indivisa a Su Persona.
Los demás, que no tienen intención de desarrollar el amor a Dios, que es el propósito básico de la existencia, no lo adoran. Y todos los que se oponen a una relación de amor con Dios se condenan por sus propias acciones a un destino muy oscuro.
El Señor es igual a todos los seres. Él mismo dice: «A los envidiosos y malvados, a los últimos de la humanidad, los sumerjo y los devuelvo al océano de la existencia material en diversas formas de vida demoníacas.»
Los seres celestiales, los ayudantes de Dios y los demás maestros de la creación sólo existen para las almas encarnadas y condicionadas indeseables que amenazan constantemente la tranquilidad del reino de Dios. Dado que todos ellos son sirvientes íntimos y devotos del Señor, nunca deben ser menospreciados. Hay que tener en cuenta su criterio, ya que se les permite ocupar diversas posiciones en la organización del universo. Han sido designados por el propio Señor para ser sus servidores íntimos.