La persona que destruye los árboles mediante el fuego en el bosque o en cualquier otra zona boscosa olvida que al hacerlo está matando a un número considerable de seres vivos que viven entre los árboles, que viven en sus ramas o descansan en ellos, a nivel del suelo o bajo tierra. Olvida que al destruir los árboles también está destruyendo muchas otras plantas, que también tienen derecho a vivir y, por tanto, a existir. Tendrá que responder por todos estos crímenes ante la justicia divina.

En general, está prohibido cortar los árboles, porque proporcionan refugio a muchos seres vivos, pájaros, insectos, hormigas, mariposas, orugas, abejas, mamíferos, etc., pero está especialmente prohibido cortar y, por tanto, destruir los árboles que dan frutos suculentos y flores, porque sirven de alimento a los seres humanos, pero también a muchos animales de diversas especies.

Enviar varios animales a los mataderos para que los maten y descuarticen, sacar los peces del agua y dejarlos morir de asfixia para comercializar sus cadáveres, comer su respectiva carne, son los pecados más abominables.

La pandemia de coronavirus es una advertencia de Dios.

A través de la actual pandemia de coronavirus, el Supremo Eterno está dando una advertencia a los seres humanos: dejen de abortar, dejen de sacrificar animales terrestres y acuáticos, y dejen de comer carne, pescado y huevos, y adopten el vegetarianismo espiritual.

Muchos trabajadores de mataderos de todo el mundo están afectados por el covid-19, lo que hace que estos centros de muerte se paralicen. Nada puede suceder sin la sanción de Dios.

Si todos los reyes, jefes de estado y jefes de gobierno del mundo no se deciden ahora a cerrar los mataderos, las pesquerías, las carnicerías, las pescaderías, las piscifactorías y los estanques de peces,

Si todos los seres humanos sin excepción en todo el mundo no entran en razón, no cambian su forma de pensar, hablar y actuar, y entre ellos, los que se entregan al aborto, a la irreligión, al materialismo, al ateísmo, al racismo, a sus mentes nubladas por el odio, en fin, a la maldad en todas sus formas,

Si todos los gobiernos y todos los seres humanos del mundo no se deciden ahora a entrar en razón, a cambiar su forma de vida, a cambiar su comportamiento, a abandonar sus malos caminos, a obedecer a Dios, a aplicar sus leyes y mandamientos divinos, y a no hacer daño a ningún ser vivo en ningún lugar del mundo, todos los seres humanos, todos los animales terrestres, rastreros, voladores y acuáticos, y todas las plantas en su diversidad, pues todos tienen derecho a vivir,