Aprendamos a Conocer al Padre Eterno
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inteligencia de Arjuna no podía flaquear en ningún momento, pues era un devoto y compañero constante del Señor. Por lo tanto, si parecía estar turbado, era sólo para que las enseñanzas del Bhagavad-gita (Palabras de Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema), que recibió de Krishna mismo en el campo de batalla, pudieran ser reveladas en beneficio de todas las almas condicionadas, a las que se dirigen, las que están verdaderamente extraviadas, encadenadas a la materia porque están apegadas a las relaciones ilusorias ligadas a sus cuerpos. Las enseñanzas del Bhagavad-gita están dirigidas a todas las almas condicionadas; les fueron dadas con el fin de liberarlas de esta identificación del alma con el cuerpo, de este falso concepto del yo, y del vínculo que la une al Señor Supremo. Fue para el beneficio, por lo tanto, de todas las almas caídas en todas las partes del universo que el Señor enunció el sublime conocimiento de Su Persona.

La batalla de Kuruksetra se libró de acuerdo con los principios del arte militar, pero al mismo tiempo con el espíritu caballeresco, como cuando dos amigos luchan juntos. Durante la batalla, Duryodhana criticó a Bhismadeva por dudar en matar a Arjuna, sintiendo un afecto paternal hacia él. Un guerrero no podía tolerar los insultos relativos a su rigor en la batalla, así que Bhismadeva prometió que al día siguiente mataría a los cinco Pandavas con flechas especialmente preparadas para ello. Duryodhana, satisfecho, se llevó las flechas con él, deseando mantenerlas en su custodia hasta el día siguiente, pero Arjuna, mediante algún artificio, logró hacerse con ellas. Bhismadeva se dio cuenta entonces de que esto era obra de Sri Krishna y juró que al día siguiente Sri Krishna mismo debería tomar las armas, pues de lo contrario su amigo Arjuna perecería. Cuando llegó el momento, Bhismadeva luchó tan valientemente que tanto Arjuna como Krishna se encontraron en dificultades, hasta el punto de que Arjuna, prácticamente derrotado, se vio ya asesinado por Bhismadeva: un momento más, y todo había terminado. Entonces Sri Krishna, que quería complacer a su devoto Bhisma permitiéndole cumplir su promesa (que era más importante para él que la suya propia), rompió su palabra, al menos en apariencia. Krishna había prometido antes de la batalla permanecer desarmado durante toda la lucha y no utilizar su fuerza a favor de ninguna de las partes; pero para proteger a Arjuna, desmontó del carro de éste, se apoderó de una de sus ruedas y, con gran ira, se abalanzó sobre Bhismadeva, como un león que ataca a un elefante para matarlo. En su apuro, perdió su vestimenta exterior, y tal fue su enojo que ni siquiera se dio cuenta. Bhismadeva abandonó inmediatamente sus armas y simplemente se quedó allí, listo para ser asesinado por Krishna, su amado Señor. Ahora, en ese mismo momento, el tiempo asignado para luchar en ese día llegó a su fin, y todo se detuvo; así Arjuna se salvó. Por supuesto, no había posibilidad de que Arjuna pereciera, ya que el Señor mismo estaba en su carro; pero para cumplir el deseo de Bhismadeva de ver a Sri Krishna tomar las armas para salvar a su amigo, el Señor creó una situación en la que la muerte de Arjuna parecía inminente. Así que, deseoso de cumplir el deseo de Bhismadeva, se puso delante de él con una rueda de carro en la mano.

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