Aprendamos a Conocer al Padre Eterno
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Esta nueva ciudad, construida sobre el mar, estaba muy bien construida, con avenidas, calles y callejones. Incluso había caminos rurales y jardines bellamente dispuestos, donde abundaban los árboles de los deseos. No tienen nada en común con los árboles ordinarios del mundo material; sólo se encuentran en el mundo espiritual. Todo es posible según la voluntad suprema del Señor, Sri Krishna; por ejemplo, plantar árboles de los deseos en una fortaleza marítima. Dvaraka estaba adornada con magníficos palacios y enormes puertas. Estos portales todavía se pueden encontrar en algunos de los templos más grandes hoy en día. Son muy altos y están elaborados con gran destreza. En los portales y palacios se colocaron jarras de agua doradas. Se consideran, en este lugar, como signos de buen augurio.

Casi todos los palacios del Fuerte de Dvaraka parecían tocar el cielo. En los sótanos de cada casa se apilaban jarras llenas de oro, plata y grano. Y en todas las habitaciones se colocaron recipientes de oro llenos de agua. Las cámaras estaban decoradas con piedras preciosas y los suelos estaban pavimentados con mosaicos de piedras preciosas llamados marakata. El Murti (representación) de Visnu, adorado por los descendientes de Yadu, ocupaba un lugar destacado en todas las casas. Cada barrio albergaba una de las cuatro divisiones sociales, los guías espirituales, los administradores, los comerciantes y los trabajadores. Esto demuestra que la separación de la sociedad en diferentes clases sociales ya existía en aquella época. En el centro de la ciudad se encontraba el palacio del rey Ugrasena y sus dependencias, la ciudad más brillante de la ciudad.

Cuando los seres celestiales se enteraron de que Krishna estaba construyendo una ciudad de su elección, enviaron la famosa flor parijata desde los planetas edénicos para adornar los jardines. También ofrecieron un palacio para las asambleas, llamado Sudharma; este edificio se distinguía por el hecho de que todos los que se reunían allí se salvaban de la decadencia y el envejecimiento. Varuna ofreció un caballo, completamente blanco, excepto las orejas, que eran negras; este maravilloso caballo corría a la velocidad de la mente. Kuvera, el tesorero de los seres celestiales, ofreció el arte de alcanzar las ocho perfecciones de la riqueza material. Cada ser celestial otorgaba un don particular, según sus propias capacidades. Hay treinta y tres millones de seres celestiales, y a cada uno de ellos se le ha asignado un sector particular de los asuntos universales. El Señor Supremo estaba construyendo una ciudad a su gusto: todos aprovecharon la oportunidad para presentarle su ofrenda: y así hicieron que la ciudad de Dvaraka fuera única en el universo. Esto demuestra que hay innumerables seres celestiales, pero ninguno de ellos es independiente de Krishna.

Krishna es el Maestro Supremo, y todos los demás son Sus sirvientes. Así, todos los siervos del Señor aprovecharon la presencia personal de su Maestro, Krishna, en el universo para servirle. Su ejemplo debe ser seguido por todos, especialmente por aquellos que están en la conciencia de Dios, ya que tienen que servir al Señor a través de sus respectivas ocupaciones.

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