Haré Krishna, haré Krishna, Krishna Krishna, haré haré / Haré Rama, haré Rama, Rama Rama, haré haré.
El canto de los santos nombres de Krishna significa:
«Oh Señor, oh fuente de toda felicidad, por favor hazme tu amada sierva (doncella)».
Krishna y Rama son los Nombres de Dios, y Haré no es otra cosa que Su energía interna, Su energía dichosa.
El canto de los santos nombres del Señor Supremo nos permite
Para eliminar todos los pecados acumulados durante todas nuestras vidas anteriores de existencia material, para purificar nuestro corazón contaminado, para ser liberado del encarcelamiento en la materia, (el cuerpo material) en este mundo, para obtener el conocimiento espiritual, para progresar y dar nacimiento a todas las formas de servicio devocional, despertar nuestro amor por Krishna, Dios, la Persona Suprema, para disfrutar de la felicidad espiritual, obtener la compañía de Dios y dedicarse a su servicio de amor devocional como si uno estuviera sumergido en las aguas de un gran océano de amor y alcanzar, sean cuales sean las situaciones, la perfección suprema con seguridad. Basta con recitar o cantar Haré Krishna, para que recuperemos nuestro cuerpo espiritual original y volvamos a Dios, a nuestro verdadero hogar para la eternidad.
El Ser Supremo, la Verdad Absoluta, Krishna, es eterno, como lo somos también las almas espirituales; pero Su supremacía sobre todos los seres vivos es total.
Ká¹›iá¹£hṇa dice: «Todo funciona bajo Mi dirección».
Debemos conocer perfectamente nuestra identidad. Somos, en verdad, almas espirituales, servidores eternos de Krishna, Dios, la Persona Suprema. Quien reconoce esta verdad y se entrega al Señor se libera de inmediato. Sabiendo que está protegido en todas las circunstancias, se libera de todas las preocupaciones y ansiedades. De hecho, todos estamos bajo la protección de Dios, así que por qué no confiar en Él. Dios es infinitamente grande, cuando nosotros somos fragmentos infinitesimales de su Persona; tal es la naturaleza del vínculo que nos une a Él.
El Supremo Eterno dice:
«Todos los seres son fragmentos de Mi Persona. Son cualitativamente Uno conmigo, pero cuantitativamente diferentes».
Por tanto, somos Uno con Dios, pero simultáneamente diferentes de Él. Somos idénticos porque tenemos los mismos atributos que Dios. Pero un análisis serio nos mostrará que si bien hay características muy nobles en nosotros, Dios las manifiesta todas infinitamente. Todo lo que poseemos existe originalmente en Dios, o en otras palabras, todo emana de Él. Por lo tanto, ante su grandeza, nuestra posición es la de eternos servidores de Dios.