El camino hacia la liberación, hacia la verdadera libertad
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Debéis, mis queridos hijos, seguir Mi consejo; ten mucho cuidado. Por los caminos que os he indicado, os libraréis de la ignorancia ligada al deseo de gozar el fruto de vuestros actos, y se deshará definitivamente el nudo de apego que os ata el corazón. Para progresar aún más, debes abandonar aún más el medio utilizado, es decir, debes evitar apegarte al proceso que conduce a la liberación.

Aquel que alcanza el nivel espiritual realiza al mismo tiempo al Ser Supremo, y encuentra allí el gozo infinito. Nunca se aflige, nunca aspira a nada; se muestra igual a todos los seres. Ese entonces llega a servirme con puro amor y devoción.

Cualquiera que desee seriamente volver a Dios, a su hogar original, debe considerar la misericordia del Señor Soberano como el bien último y la meta principal de la existencia. Ya sea un padre educando a sus hijos, un maestro espiritual guiando a sus discípulos, o un rey aconsejando a sus súbditos, cada uno debe instruir a los suyos como yo he hecho contigo. E incluso si el discípulo, el hijo o el súbdito a veces se muestran incapaces de seguir las instrucciones, uno debe continuar instruyéndolo sin enojarse. En cuanto a los ignorantes que se dedican a actos virtuosos o impíos, de alguna manera deben ser llevados al servicio devocional; además, siempre deben evitar la acción egoísta. ¿Qué se ganaría sometiendo a actividades kármicas a un discípulo, a un hijo o a un ciudadano privado de visión espiritual?

Uno actuaría como quien lleva a un ciego a un pozo profundo y lo hace caer en él.

Que los sabios no molesten a los ignorantes apegados a los frutos de sus obras. No se les debe alentar a la inacción, sino más bien a imbuir cada uno de sus actos con amor y devoción. Por ignorancia, los materialistas desconocen su verdadero interés, el camino que les permite triunfar en la vida; sus deseos lujuriosos los encadenan al disfrute material y todos sus proyectos están diseñados para este propósito. Para la satisfacción efímera de sus sentidos, estos individuos crean una sociedad basada en la envidia. Este estado de ánimo hace que se hundan en un océano de sufrimiento, y en su estupidez ni siquiera se dan cuenta.

Yo nunca Me muestro a los tontos ni a los tontos; por Mi poder interno, estoy para ellos velado. Este mundo perdido, por tanto, no Me conoce a Mí, a Mí el Nonato, el Imperecedero. ¿Cómo puede un ser verdaderamente erudito, misericordioso y avanzado en el conocimiento espiritual, incitar a la acción interesada al ignorante apegado al camino materialista y así enredarlo aún más en las trampas de la existencia material?

Si un hombre bueno ve a un ciego que va por un camino peligroso, ¿cómo puede dejarlo seguir su camino?

¿Cómo puede alentarlo en su error?

Ningún hombre sabio o benévolo puede tolerar esto.

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