Los escritos representan la eterna manifestación sonora de mi Persona. Los eruditos sabios aquí estudian todas las escrituras cuidadosamente, y debido a que asimilan las conclusiones, se considera que representan las escrituras personificadas. Se establecen en el supremo atributo espiritual; de ahí que posean el dominio de la mente y de los sentidos, así como la veracidad. Explican las escrituras según su significado original y, por pura compasión, enseñan su propósito final a todas las almas condicionadas. Practican la austeridad y la tolerancia, y son conscientes de la posición respectiva del ser infinitesimal y del Señor Supremo. Estas son las ocho cualidades de los sabios eruditos. Entonces, de todos los seres vivos, nadie es superior a los sabios eruditos.
Soy infinitamente grande y todopoderoso, superior a Brahma ya Indra, el rey de los planetas edénicos. Soy también Yo quien otorga la felicidad que se disfruta en el reino celestial o la que procura la liberación. Sin embargo, los eruditos sabios no buscan de Mí ningún bienestar material; son de gran pureza y no desean poseer nada. Se contentan con servirme con devoción; ¿qué necesidad tendrían, entonces, de pedir beneficios materiales a otro?
Mis queridos hijos, no debéis envidiar a ningún ser vivo, móvil o inmóvil. Sabiendo que Yo estoy en ellos, debéis mostrar respeto a todos en todo momento. Al hacerlo, es a Mí a quien harás una ofrenda de respeto.
El sabio humilde, iluminado por el conocimiento puro, ve con el mismo ojo al sabio noble y al erudito, a la vaca, al elefante, o incluso al perro o al paria. Aquel que ve al alma infinitesimal y al Señor Supremo siempre distintos el uno del otro, es muy querido por el Señor. El que predica que los seres vivientes son distintos del Señor Supremo es muy querido por Visnu [emanación plena de Krishna]. La verdadera actividad de los órganos de los sentidos, ya sea la mente, el ojo, la lengua o cualquier otro órgano de percepción o acción, es servirme plenamente. A menos que use sus sentidos de esta manera, el alma condicionada no puede ni siquiera soñar con escapar del terrible engranaje de la existencia material, tan poderoso como la cuerda rígida de Yamaraja [El señor de la muerte y juez de los culpables].
Las fugacidades, las alegrías y las tristezas, como los veranos y los inviernos, van y vienen. Sólo se deben al encuentro de los sentidos con la materia, y hay que aprender a tolerarlas, sin dejarse afectar por ellas.
El Señor Supremo está en el corazón de todos los seres y dirige sus andanzas hacia todos, cada uno de los cuales se encuentra en una máquina (el cuerpo) hecha de energía material.