Sólo Dios controla todo por nosotros. Todos estamos bajo su tutela. Incluso el cuerpo material en el que el alma ha reencarnado no le pertenece, porque es propiedad del Señor Krishna. Venimos a este mundo sin nada y lo dejaremos con las manos vacías cuando llegue el momento. Todo pertenece a Dios.
En realidad, la causa de todas las enfermedades es de origen espiritual. Y la causa principal es el olvido de nuestra relación de amor con Krishna, Dios, la Persona Suprema.
El alma que pierde todo contacto con Dios, olvida su propia identidad espiritual y se entrega a innumerables actividades materiales que la enredan en una red de karma. Este karma le causa sufrimiento, y en lugar de recurrir a Dios para aliviar su dolor, el ser espiritual encarnado busca soluciones materiales que lamentablemente a su vez conducen a otras reacciones kármicas y, por tanto, a otros sufrimientos.
A lo largo de innumerables vidas, los seres espirituales encarnados han acumulado a través de sus pensamientos, palabras y acciones, una gran masa de daños, actos culpables o pecados que los obligan, y hoy sufren las desgracias y sufrimientos resultantes. Además, es a través del dolor o sufrimiento sufrido y sentido que disminuimos y borramos nuestras faltas.
Los seres humanos están en este mundo en contacto constante con la energía material y, como tal, deben soportar el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez y muerte.
Si hay un gran número de hospitales y clínicas donde se pueden tratar y curar perfectamente las enfermedades materiales del cuerpo, por otro lado no existe un solo centro hospitalario que cure las enfermedades materiales del alma espiritual, que cada uno de nosotros realmente es. El verdadero foco de la enfermedad es el corazón.
Enfermedades de carácter espiritual.
Las enfermedades materiales del alma espiritual son aquellas cuyo karma es el agente transmisor, es decir, que pasan del cuerpo que tuvo el alma en su vida anterior, a aquel en el que reencarnó.
El cuerpo material es en realidad la prisión del alma espiritual. Lo hemos olvidado, pero el feto en el vientre de la madre, luego al nacer, el ser sufre. El cuerpo es el origen de los sufrimientos del ser espiritual encarnado. Dios mismo lo dijo, este mundo material es un universo de sufrimiento. Por eso, durante milenios, nos ha pedido que le obedezcamos, que vivamos según sus enseñanzas y que regresemos a su reino absoluto, donde el sufrimiento está ausente y la verdadera felicidad, real y permanente.
En realidad, cualquier hombre que cometa un acto delictivo, voluntario o no, si permanece indiferente al sufrimiento sentido por la víctima, si no pide perdón, no se arrepiente, no hace penitencia y no da un paso hacia Dios, puede escapará de la justicia de los hombres, a la del Señor sufrirá una pena severa. El mismo daño que le hizo a su víctima le será hecho a él, renacerá con el mismo. Si la víctima tenía un miembro discapacitado, quedó ciega, sorda, muda o paralizada totalmente, también quedará discapacitada en su próxima vida.