En realidad, todos somos almas espirituales.
Cada uno de nosotros es, en verdad, un alma espiritual eterna encarnada en un cuerpo de materia densa. No somos el cuerpo material con el que erróneamente nos identificamos. Como almas espirituales, debemos actuar como tales. Que esta verdad sea nuestra salvación.
Las verdaderas relaciones que debemos intercambiar entre nosotros son las que deben tener lugar a nivel del alma, y basadas en los vínculos que las unen al Alma Suprema, Krishna, porque las relaciones de alma a alma se establecen a partir del vínculo que une a cada persona con el Alma Suprema, situada en el corazón de cada uno de nosotros. Estas relaciones de alma a alma conducen a la liberación espiritual, porque su vínculo sólido es Krishna, Dios, la Persona Suprema, Él Mismo.
Rendirse a Dios y servirle con amor y devoción es la perfección de la existencia y la vida eterna.
El Señor dice al respecto: «Yo respondo a la adoración del creyente piadoso según el sentimiento trascendental que lo anima, tal es Mi naturaleza. El servicio devocional que Me ofrecen los seres vivos reaviva en ellos la vida eterna».
Krishna, Dios, la Persona Suprema es Todo Amor y Bondad Absoluta.
Sí, el amor espiritual perfecto y absoluto es una realidad. No tiene nada que ver con el amor concupiscente y corpóreo que se expresa en la tierra.
En verdad, el amor perfecto tiene su fuente en Dios, que es su esencia pura. Dios lo ha puesto en el corazón de todas las almas, para que lo expresen hacia Él y hacia sus semejantes, para reforzar el vínculo que las une entre sí, pero sobre todo con el Supremo Eterno, y para que habiten en la alegría perfecta.
El amor perfecto es el surgimiento de la energía de dicha que emana de nuestro corazón a través del Señor Supremo, que difundimos y expresamos para ofrecer un intercambio de afecto puro, sincero e incondicional. El amor parte del corazón, atraviesa el espacio-tiempo y llega al corazón de Dios y de los demás, con un único deseo: hacerlos felices. No tiene nada que ver con el cuerpo material, al que ignora por completo, sino que sólo toca el alma, de ahí su perfección.
El amor perfecto transmite sentimientos, emociones y afecto, y sólo tiene un objetivo: hacer feliz al Señor Supremo, Krishna, y, a través de Dios, a todos los seres vivos, a los seres celestiales, a los habitantes de los planetas edénicos y celestiales, a los seres humanos, a los animales y a las plantas.