Krishna, Dios, la Persona Suprema dice:
Porque deseo que los seres humanos alcancen la perfección, he presentado tres vías de elevación, la vía del conocimiento, la vía de la acción y la vía de la devoción. Además de estos tres, no hay absolutamente ninguna otra forma de elevación. De estas tres vías, la vía de la especulación filosófica se recomienda a quienes están disgustados con la vida material y, por tanto, se desprenden de las actividades fructíferas ordinarias. Aquellos que no están disgustados con la vida material, y que aún tienen muchos deseos que cumplir, deben buscar la perfección a través del camino del servicio devocional. Si de alguna manera, por casualidad, uno desarrolla la fe al escuchar y cantar Mis glorias, tal persona, no estando disgustada ni muy apegada a la vida material, debería alcanzar la perfección por el camino del amor y la devoción a Mí.
Mientras uno no esté saciado de actividad fructífera y no haya despertado su gusto por el servicio devocional puro, debe actuar de acuerdo con los principios reguladores de los mandatos védicos (de los Vedas, las sagradas escrituras originales). Una persona que está situada en su deber prescrito, adorando apropiadamente por medio de los sacrificios védicos pero sin desear el resultado fructífero de la adoración, no irá a los planetas celestiales. Del mismo modo, al no realizar actividades prohibidas, no irá al infierno.
Aquel que está situado en su deber prescrito, libre de actividad pecaminosa y libre de contaminación material, obtiene en esta misma vida el conocimiento trascendental o, por fortuna, el servicio devocional a Mí. Los residentes del cielo y del infierno desean el nacimiento humano en el planeta Tierra porque la vida humana facilita el logro del conocimiento trascendental y el amor a Dios, mientras que ni los cuerpos celestiales ni los infiernos proporcionan efectivamente tales oportunidades.
Un ser humano sabio nunca debe desear un ascenso a los planetas celestiales [edénicos, paradisíacos] ni una residencia en el infierno. De hecho, tampoco debería un ser humano desear una residencia permanente en la tierra, ya que por tal absorción en el cuerpo material, uno se vuelve tontamente negligente de su propio interés.
El sabio, sabiendo bien que el cuerpo material está sujeto a la muerte, aún puede alcanzar la perfección de la vida, y no debe descuidar tontamente aprovechar esta oportunidad antes de que llegue la muerte. Sin apego, un pájaro abandona el árbol en el que ha construido su nido cuando ese árbol es cortado por hombres crueles que son como la muerte personificada, y así el pájaro alcanza la felicidad en otro lugar. Sabiendo que su vida también se acorta con el paso de los días y las noches, puede verse sacudido por el miedo. De este modo, abandonando todo apego y deseo material, uno comprende al Señor Supremo y alcanza la paz perfecta.