No se puede encontrar la felicidad permanente, ni siquiera en los planetas celestiales, que se puede alcanzar en la próxima vida mediante ceremonias rituales y sacrificios. Incluso en el cielo material, la entidad viviente encarnada se ve perturbada por la rivalidad con sus iguales y la envidia de sus superiores. Y como sus residencias en los planetas edénicos terminan con el agotamiento de sus actividades piadosas, los habitantes de estos planetas superiores están afligidos por el miedo, anticipando la destrucción de su vida celestial. Se asemejan así a los reyes que, aunque son admirados por los ciudadanos de a pie, son constantemente acosados por los reyes enemigos, por lo que nunca alcanzan la verdadera felicidad. Por lo tanto, cualquiera que desee seriamente la verdadera felicidad debe buscar un auténtico maestro espiritual, y ponerse a salvo a través de la iniciación recibida. La calificacion del autentico maestro espiritual es que ha realizado las conclusiones de las sagradas escrituras por medio de la deliberacion y es capaz de convencer a otros de estas conclusiones. Estas grandes personalidades, que se han refugiado en Dios, dejando de lado todas las consideraciones materiales, deben ser entendidas como auténticos maestros espirituales, pues son almas realizadas, que han visto la verdad. Al aceptar al auténtico maestro espiritual como su vida, alma y deidad adorable, el discípulo debe aprender de él el proceso del servicio devocional puro. La Persona Suprema, Krishna, el Alma de todas las almas, se inclina por entregarse a sus devotos puros. Por lo tanto, el discípulo debe aprender del maestro espiritual a servir al Señor sin duplicidad y de manera tan fiel y favorable, que el Señor Supremo, satisfecho, se ofrecerá al discípulo fiel.
Un discípulo sincero debe aprender a disociar el alma de todo lo que es material y cultivar positivamente la unión con su maestro espiritual y otros devotos fieles del Señor. Debe ser misericordioso con los que están en una posición inferior a la suya, cultivar la amistad con los que están en un nivel igual y servir obedientemente a los que están en una posición espiritual superior. De este modo, debe aprender a tratar adecuadamente a todos los seres vivos. Para servir al maestro espiritual, el discípulo debe aprender la limpieza, la pureza, la austeridad, la tolerancia, el silencio, el estudio del conocimiento védico [de los Vedas, las escrituras sagradas originales], la simplicidad, el celibato, la no violencia y la ecuanimidad frente a las dualidades materiales como el calor y el frío, la felicidad y la angustia, el éxito y el fracaso.
Uno debe practicar la meditación conociendo y viéndose a sí mismo constantemente como un alma espiritual eterna, y viendo al Señor como el controlador absoluto de todo. Para aumentar la meditación, hay que vivir en un lugar apartado y abandonar el falso apego a la parafernalia doméstica. Abandonando los adornos del cuerpo material temporal, hay que vestirse con retazos de tela encontrados en lugares desechados, o con la corteza de los árboles. De este modo, hay que aprender a contentarse en todas las situaciones materiales.