Es por nuestro propio beneficio que debemos buscar la protección del Señor, que es el protector de las vacas y de la cultura espiritual pura. Así, una sociedad que descuida el cuidado de las vacas y los principios de la cultura espiritual no puede disfrutar de la protección directa del Señor. Quien adopta la cultura espiritual y revive en sí mismo los atributos latentes de la virtud, a saber, la veracidad, la ecuanimidad, el control de los sentidos, la tolerancia, la sencillez, el conocimiento tanto material como espiritual y la fe firme en la sabiduría de Dios, puede convertirse en un sabio erudito, en un guía espiritual y ver al Señor tal como es. Entonces, después de alcanzar la perfección espiritual, uno debe convertirse en un devoto del Señor, para ganar Su afecto espiritual en el papel de receptor, maestro, amigo, hijo o amante supremo. El nivel de santidad en el que uno logra atraer el afecto sublime del Señor hacia uno mismo no puede ser alcanzado a menos que uno desarrolle las cualidades virtuosas descritas anteriormente. El Señor, en cambio, tiene predilección por el sabio cualificado, no por el vano. Así, quienes no desarrollan las cualidades inherentes a la sabiduría no pueden desarrollar una relación con el Señor.
Siendo el Señor infinitamente perfecto y completo en sí mismo, su bienestar no puede ser cuestionado. En verdad, el Señor mora sólo donde viven los seres virtuosos, felices de glorificar la Verdad Suprema, Krishna.
Hace tan sólo 5.000 años, los sabios hacían mucho hincapié en la inestimable importancia de romper todos los lazos con la familia cuando se ha llegado a una determinada etapa de la vida. La educación y la formación de los hombres en aquellos días estaba orientada a ello, y todos podían cumplir, dejar a su familia y dedicarse por completo a la realización espiritual y volver a Dios en su hogar original. Ningún rey o caballero habría seguido viviendo en el seno de la familia hasta el último momento de su vida, pues su comportamiento se habría considerado suicida y contrario a la búsqueda de la perfección humana, que es su verdadero interés. Este principio sigue vigente en la India, y se recomienda a todos, para que se aparten de su enredo en la familia, y se entreguen plenamente al servicio devocional ofrecido al Señor Krishna, pues este es un camino perfectamente permisible. Como enseña el Señor, todos deben convertirse en sus devotos, al menos en la última etapa de su vida. Y un alma sincera debe, por su propio bien, adherirse a esta instrucción del Señor.
Los principios de la religión eterna nos obligan a retirarnos de la vida familiar una vez pasada la primera mitad de nuestra vida, para dedicarnos a la realización espiritual. La segunda mitad de nuestra existencia debe ser utilizada para emprender el cultivo espiritual en el entonces favorable sentimiento de amor y servicio devocional al Señor Supremo, Krishna.
El Señor enseña: Busca refugio directamente en Dios, la Persona Soberana, que está en el corazón de cada ser, mediante la práctica del servicio devocional.
Uno puede contactar directamente con Dios, la Persona Suprema, siendo plenamente consciente de Krishna, y así recuperar la relación eterna con Él, viéndole como Amante, Alma Suprema, Hijo, Amigo o Maestro. Es posible restablecer la relación de amor absoluto con el Señor Supremo de muchas maneras, y el sentimiento que surge de esto es la verdadera unidad.