Las originadas por el cuerpo y la mente, las causadas por otras entidades vivientes, y las originadas por la naturaleza material; huracanes, vientos violentos, lluvias torrenciales, frío extremo, sequía, etc., bajo el impulso de los seres de los planetas superiores, que gobiernan las diversas funciones de la naturaleza material.

Es para este propósito que toda la creación fue concebida, y quien no entre en razón y llegue a la conclusión de que debe volver a Dios, a su verdadera morada, tendrá que seguir sufriendo en el universo material, y sufrir los embates de la energía ilusoria del Señor.

El Señor Krishna, el Alma de todos los seres, tiene el deseo constante de verlos a todos viviendo una existencia puramente espiritual a su lado, establecidos en su posición natural, original y eterna, en su verdadera identidad.

Y cuando Sus rasgos fascinantes, cuando Su suave sonrisa, que se ofrece a la vista de los seres, penetra en lo más profundo de sus corazones, entonces son admitidos en el reino de Dios, de donde nadie regresa al universo material.

Los devotos del Señor son todos almas purificadas. Tan pronto como un ser santo se rinde sinceramente al Señor, es admitido en Él y se libera inmediatamente de todas las contaminaciones materiales. Un ser tan santo trasciende la influencia de los tres atributos de la naturaleza material. Ninguna mancha puede disminuir a un ser santo.

Un devoto puro de Dios no habita realmente en ninguno de los planetas materiales, ni siente ningún contacto con los elementos materiales. Su cuerpo no es, estrictamente hablando, material. Está atravesado por la energía espiritual, por la identidad de sus intereses y los del Señor. Por lo tanto, él/ella permanece para siempre libre de las impurezas de la naturaleza material. Siempre vive en el mundo espiritual, al que llega traspasando los siete velos de la materia mediante el poder del servicio devocional.

Las almas condicionadas por la materia y la energía de la ilusión permanecen atrapadas en ella.