Palabras de Dios
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El mundo espiritual se extiende más allá del cosmos material. Las influencias materiales, empezando por la ignorancia y la pasión, están totalmente ausentes. Los habitantes de los planetas espirituales no muestran el menor rastro de concupiscencia o lujuria, pues estas dos tendencias sólo aparecen bajo la influencia de la ignorancia. En el mundo espiritual sólo reina la virtud pura. La manifestación ilusoria de la energía material brilla por su ausencia. No hay ignorancia, ni pasión, ni ilusión, ni pasado, ni presente, ni futuro. Más allá de este mundo material, que forma una cuarta parte de la manifestación de la energía de Dios, están las tres cuartas partes de esa manifestación, el mundo espiritual. El río Viraja, originado por la transpiración del cuerpo del Señor, separa las manifestaciones materiales y espirituales. Por lo tanto, es al otro lado de la Viraja donde se extienden las tres cuartas partes de la creación de Dios; allí todo es eterno, perpetuo, inmutable e ilimitado, y las condiciones de la existencia alcanzan el más alto nivel de perfección.

En verdad, la virtud pura (Trascendencia) y las influencias materiales son diametralmente opuestas. En el mundo espiritual, todos los seres viven en perfecta armonía, sin que nada rompa su comunión; es allí donde reina el Señor, el Supremo y el Único. Los que están reunidos en esta parte de la creación del Señor son libres de ir a donde quieran, y como este reino que comprende las tres cuartas partes de la creación del Señor es de hecho ilimitado, su existencia común no tiene origen y nunca terminará. Dado que las influencias materiales de la ignorancia y la pasión están totalmente ausentes, no puede haber cuestión de creación o aniquilación, a diferencia del mundo material donde todo tiene un principio y un final, y por lo tanto dura sólo un tiempo limitado. El reino de la Trascendencia no conoce ni la creación ni la destrucción, y la vida allí continúa por la eternidad.

En otras palabras, todo existe en la eternidad, la dicha y el conocimiento perfectos, y como nada se degrada, no hay concepción de pasado, presente o futuro. Por otro lado, la influencia del tiempo brilla por su ausencia. El conjunto de la existencia material corresponde a una secuencia de reacciones que se suceden, y así es como aparecen las nociones de pasado, presente y futuro. Esta cadena de causa y efecto no existe en el mundo espiritual, ni tampoco el ciclo de las seis fases materiales, nacimiento, crecimiento, estabilización, reproducción, deterioro y aniquilación. Allí la energía del Señor se manifiesta en su estado puro, sin ningún rastro de la ilusión que ejerce su influencia en el universo material. El ambiente espiritual se caracteriza por el hecho de que todos obedecen al Señor. No hay rivalidad; todos los seres que viven allí reconocen al Señor Supremo, Krishna, como el Maestro Supremo y le sirven fielmente. El Señor que provee a todos los seres vivos es, por lo tanto, el Maestro Supremo y todos están subordinados a Él.

El Señor Supremo, Krishna, que da vida a los sentidos de todos los seres mediante el resplandor que emana de Su cuerpo totalmente espiritual, mora en Su morada trascendental en Goloka. Sin embargo, Él está presente en todos los rincones de Su creación difundiendo Su dichoso resplandor espiritual, cuyo poder es igual al de Su propia energía dichosa.

Por el juego de Sus poderes inconcebibles, el Señor es, pues, tanto personal como impersonal, es el Único sin igual y conserva la unidad perfecta en la diversidad de las manifestaciones materiales y espirituales: nada es diferente de Su Persona, pero Él permanece distinto de todas las cosas.

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