con un color diferente. En el Satya-youga, el principal avatar es de color blanco; en el Treta-youga su forma es roja; en el Dvapara-youga, la principal encarnación – Krishna – es azul y negro, y en el Kali-youga, el avatar principal adopta un tono amarillo.
En la era siguiente, el Kali-youga – en la que vivimos actualmente –, el Señor se encarna para enseñar el canto del Santo Nombre de Krishna. Envuelto en una encarnación amarilla, muestra personalmente a la gente cómo amar a Dios a través del canto del Nombre de Krishna y Él mismo manifiesta Su amor por Dios a través del canto y la danza, rodeado de los miles de personas que Lo siguen. La llegada de este avatar del Señor Supremo se predice especialmente en las páginas del Shrimad-Bhagavatam (11.5.32), donde se puede leer que en esta era de Kali, el Señor Se encarna como un devoto que canta sin cesar
Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare / Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare.
Se precisa también que Krishna no se presenta en tono oscuro como en el Dvapara-youga. Predica sin cesar el amor de Dios a través del movimiento del sankirtane y los seres inteligentes adoptan de inmediato esa senda de realización espiritual. El Shrimad-Bhagavatam (12.3.52) añade que la realización espiritual adquirida a través de la meditación en la era de Satya, mediante la realización de sacrificios en la era de Treta y a través del culto del Señor Krishna en el Dvapara-youga, el ser puede, solamente con cantar los Santos Nombres «Hare Krishna», entrar en la edad de Kali. Es lo que confirma el Vishnou Pourana: «En esta era son vanas la meditación, las ofrendas de sacrificios y la adoración en los templos. Se puede alcanzar la perfecta consciencia del yo solo con cantar el Santo Nombre de Krishna»:
Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare / Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare.
«¿En qué señales se reconoce un avatar?»
Y el Señor responde: «Igual que se reconocen los diferentes avatares a la luz de los textos védicos, se puede comprender quién es realmente la encarnación de Dios en esta era de Kali». De ahí la importancia de volver a entrar en las Escrituras sentando cátedra en la materia: no se trata de ver un avatar en una persona cualquiera a merced de sus caprichos, sino más bien de comprender las características de un auténtico avatar, definidas en la literatura sagrada. Un auténtico avatar nunca se proclama como tal, de forma que Sus discípulos deben distinguirlo de los impostores recurriendo a las Escrituras comprobadas.
Toda persona inteligente puede reconocer los rasgos característicos del avatar legítimo gracias a dos criterios: Su personalidad – el criterio principal – y Sus características secundarias. Así describen las Escrituras los rasgos corporales y las actividades del avatar, los primeros que constituyen el criterio principal que permite identificarlo, y los segundos, sus atributos secundarios. El primer versículo del