Las consecuencias de los actos cometidos en la vida anterior son visibles ante nosotros, las pruebas están ahí.
Contamos con tres tipos de existencia según la influencia ejercida por los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión y la ignorancia. Así, los seres vivos pueden clasificarse en pacíficos, febriles y vertiginosos, o en felices, infelices y en el medio, o en virtuosos, impíos y medio religiosos. De esto podemos deducir que en la próxima vida estos tres tipos de influencias materiales seguirán actuando de forma similar. La influencia de los tres atributos de la naturaleza material y sus consecuencias son visibles en la vida actual. Por ejemplo, algunas personas se sienten muy felices, otras muy infelices, y otras entre medias. Esto es el resultado del contacto pasado con los tres atributos (virtud, pasión e ignorancia).
Dado que estas diferencias son evidentes en la vida presente, podemos suponer que, dependiendo de su relación con los distintos atributos, los seres vivos serán igualmente felices, infelices o algo intermedio en la próxima vida. Por lo tanto, lo mejor es disociarse de los tres atributos de la naturaleza material y trascender su influencia contaminante para siempre. Sin embargo, esto sólo es posible cuando uno está completamente dedicado al servicio de amor y devoción ofrecido a Dios.
Esto es confirmado por Krishna, Dios, la Persona Suprema: «Aquel que está completamente absorto en el servicio devocional, sin fallar nunca, entonces trasciende los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material y así alcanza el nivel espiritual».
A menos que uno esté completamente absorto en el servicio del Señor, permanece expuesto a la contaminación de los tres atributos de la naturaleza material, de modo que tiene que sufrir los sufrimientos de la infelicidad o una mezcla de felicidad e infelicidad.
Una vida de felicidad, infelicidad o sentimientos encontrados permite determinar la proporción de actos virtuosos e impíos en vidas pasadas y futuras. No es muy difícil conocer el pasado y el futuro de uno, porque el tiempo refleja la contaminación de los tres atributos de la naturaleza material.
En la actualidad, la mayoría de las entidades espirituales encarnadas se identifican con sus cuerpos actuales, fruto de sus actos virtuosos o impíos pasados, y permanecen incapaces de conocer sus vidas pasadas o futuras. El hombre se entrega al pecado porque no es consciente de los actos de su vida pasada que le han llevado a su condición actual, en un cuerpo material expuesto a las tres formas de sufrimiento. Se deja llevar por una necesidad frenética de placeres materiales, no duda en pecar y comete actos reprobables con el único fin de satisfacer sus sentidos. Todo esto es perjudicial, ya que como resultado de sus pecados tendrá que recibir otro cuerpo en el que sufrirá igual que está sufriendo ahora como resultado de sus faltas pasadas.