El primer paso para escapar del ciclo de muertes y renacimientos repetidos es saber que no somos nuestro cuerpo, sino un alma espiritual, también llamada entidad espiritual o chispa espiritual, y decir: «Soy un alma espiritual pura».
El segundo paso es entregarse a Dios, servirle con amor y devoción y ofrecerle nuestra existencia. De esta manera, nuestros pensamientos, palabras y acciones son puros y libres de consecuencias, y terminamos el ciclo de muertes y renacimientos repetidos y podemos entonces regresar al reino de Dios, todo conocimiento, dicha y eternidad.
Como tal, estamos vinculados al Alma Suprema (Espíritu Santo) Krishna, Dios. El alma individual distinta de Dios puede ser comparada con una chispa que brota del fuego del Alma Suprema. Así como el fuego y la chispa poseen los mismos atributos, el alma separada tiene la misma naturaleza espiritual que el Señor Supremo. Tanto el Señor como el ser separado poseen una naturaleza de eternidad, conocimiento y dicha. Todos los seres vivos existen originalmente en el mundo espiritual como siervos espirituales de Dios, pero cuando el ser separado desea romper este vínculo, cae bajo el yugo de la energía material. El alma eterna queda entonces atrapada en el ciclo de muertes y renacimientos sucesivos, y tiene que asumir varios cuerpos según su karma. Para liberarse de la reencarnación, hay que comprender a fondo la ley del karma, saber quién es uno realmente y conocer a Dios como realmente es.
Para Dios, todos los seres vivos son iguales, y como almas espirituales, partes integrantes de su Persona, siguen siendo eternamente sus hijos amados. Así, aunque la «cáscara exterior» del cuerpo material en el que se encarnan estas almas cambie a formas animales, vegetales o humanas, el alma dentro de cada cuerpo sigue siendo de la misma esencia y naturaleza espiritual, sea cual sea el cuerpo material que ocupe en el curso de sus vidas sucesivas. En consecuencia, si un ser humano, por el único placer de su lengua y su estómago, mata a otros seres vivos, en este caso animales, está cometiendo un acto culpable según las leyes del karma, y por tanto tendrá que renacer en su próxima vida en forma animal y ser asesinado a su vez.
La justicia kármica y la pena de muerte.
La justicia kármica tiene en cuenta el hecho de que el alma sobrevive a la muerte, que sólo afecta al cuerpo, y se reencarna vida tras vida. En esta perspectiva, es esencial que la persona culpable de asesinato pueda expiar este grave acto sacrificando su propia vida. Las sagradas escrituras originales, también llamadas «el verdadero evangelio», establecen que un hombre que ha cometido un asesinato debe ser ahorcado, y que su propia vida debe ser sacrificada en expiación.
En el pasado, este sistema estaba vigente en todo el mundo, pero con la llegada del ateísmo, la gente está aboliendo la pena capital. Esto no es inteligente. La culpa de un asesino pesa mucho, y por lo tanto, según el verdadero evangelio, debe ser matado. Al condenar a muerte a un asesino, el gobierno muestra misericordia hacia él, ya que si el asesino no es asesinado en esta vida, tendrá que ser asesinado en sus vidas