Los materialistas que se dedican a actos destinados a la complacencia de los sentidos deben realizar sacrificios; de lo contrario, se encadenan a las consecuencias de sus actos. Realizar un sacrificio es una tarea verdaderamente ardua, pues se debe invitar a todos los seres divinos a participar. En esta era actual, una de discordia, disputas, hipocresía y pecado, no es posible realizar sacrificios tan costosos ni invitar a los seres celestiales a participar en ellos. Por lo tanto, las sagradas escrituras originales indican que en esta era, las personas inteligentes deben comprender que es imposible realizar los sacrificios védicos. Sin embargo, a menos que satisfagan a los seres divinos, no puede haber regularidad en el curso de las estaciones ni en las lluvias, pues son ellos quienes dirigen todos los fenómenos naturales. En esta era, por lo tanto, para mantener la paz y la prosperidad en la sociedad, todas las personas inteligentes deben realizar el único sacrificio apropiado: cantar los santos nombres del himno del Señor:
hare Krishna, hare Krishna, Krishna Krishna, hare hare
hare Rama, hare Rama, Rama Rama, hare hare
Así, todos los seres celestiales pueden complacerse con la realización de este sacrificio, que consiste en invitar a la gente a cantar Hare Krishna y luego distribuir una comida sagrada. La paz y la prosperidad reinarán entonces en el mundo. En esta era, la realización de sacrificios se ha simplificado, ya que al cantar Hare Krishna se puede complacer al Señor Krishna y, al mismo tiempo, a todos los seres celestiales.
Dependiendo del cuerpo que se le otorga, el ser materialista vaga de un planeta a otro, absorto en acciones egoístas, cuyos frutos cosecha sin cesar.
Dependiendo de sus acciones egoístas, el ser condicionado obtiene un cuerpo apropiado, con una mente y sentidos materiales. Entonces, las consecuencias de estas acciones terminan; esto se llama muerte. Cuando comienza una nueva serie de reacciones kármicas, llega el nacimiento.
Cuando los ojos pierden la capacidad de percibir colores o formas debido a alguna afección mórbida del nervio óptico, la visión muere, y el ser vivo, quien gobierna tanto el ojo como la vista, pierde su capacidad visual. De igual manera, cuando el cuerpo físico, el lugar donde surgen las percepciones sensoriales, se vuelve incapaz de percibir nada, ocurre lo que se llama muerte. Y el momento en que uno comienza a considerar el cuerpo como su propio ser se llama nacimiento. Por lo tanto, nadie debe ver la muerte con horror, ni dejarse tentar por definir el cuerpo como el alma, ni disfrutar excesivamente de las necesidades de la vida. Al comprender su verdadera naturaleza, el ser distinto debe evolucionar en este mundo, sin apego y permaneciendo fijo en su objetivo.


