De hecho, ni siquiera se sienten inclinados a realizar estos sacrificios. Por eso, en esta era, cuando la humanidad se ve abrumada por la desgracia, consumida por la ansiedad y perturbada por diversos desastres, el único sacrificio recomendado es el sankirtana-yajña [Cualquier actividad destinada a difundir las glorias de Dios para beneficio de todos. Su principal manifestación consiste en el canto público de los santos nombres del Señor, siempre acompañado de danzas y la distribución de alimentos consagrados]. De hecho, la adoración del Señor Krishna, la Suprema Personalidad de Dios, mediante el sankirtana-yajña es la única práctica recomendada para la era en la que vivimos.
El único sacrificio que podemos realizar hoy, un sacrificio que el Señor Chaitanya Mahaprabhu, el Avatar Dorado, nos recomienda, es el canto de los santos nombres de Krishna, la Suprema, Absoluta y Original Personalidad de Dios.
Hare Krishna, hare Krishna, Krishna Krishna, hare hare
Hare Rama, hare Rama, Rama Rama, hare hare
Este gran sacrificio, este canto de los santos nombres de Krishna en sánscrito significa: Oh, energía del Señor, Oh, Señor, permíteme servirte.
¿Cuáles son las actividades que impulsan al alma a reencarnar?
En realidad, son las actividades orientadas a la complacencia sensorial, cuyo único propósito es satisfacer la mente y los sentidos, las que causan la esclavitud del ser espiritual a la materia y, por lo tanto, su encarcelamiento en un cuerpo material. Mientras el alma se dedique a estas actividades egoístas, continuará reencarnándose de una especie a otra. Sin embargo, sepamos que la forma humana rara vez se alcanza.
El Supremo Eterno responde: El hombre puede disfrutar de los frutos de la renuncia mediante el simple autocontrol, el desapego de las cosas mundanas y el desinterés por los placeres materiales. En esto, de hecho, reside la perfección suprema de la renuncia.
Si queremos que nuestras acciones no tengan consecuencias buenas ni malas, y que nuestro karma desaparezca, debemos ofrecer a Dios todos los frutos de nuestras acciones, nuestra existencia, nuestra vida, y servirle con amor y devoción. En ello reside la perfección de la existencia.
La renuncia es distanciarse del padre, la madre, los hermanos, la esposa y los hijos, para extender el amor que se les tiene al Señor Supremo, por un lado, y a todos los seres sin excepción, por el otro. Significa renunciar al estatus social, desapegarse de todas las posesiones materiales y optar por el celibato total para amar a Dios, entregarse a Él y servirle con amor y devoción. Esta es la renuncia perfecta.