La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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El hombre inteligente procura obtener en su próxima vida el mejor cuerpo posible, es decir, un cuerpo espiritual, como el que poseen ahora todos los que regresan al reino de Dios o viven en él. Debemos prepararnos ahora para nuestra próxima vida.

Para ello, el Señor recomienda que cortemos los lazos que nos atan a nuestra familia, amigos, comunidad, nación, implicaciones sociales o políticas, y deseos materiales que nos anclan en el ciclo repetitivo de la reencarnación ya a los cincuenta años, o incluso antes, con el fin de prepararnos para nuestra vida futura. Cambiemos la naturaleza de nuestros deseos y optemos por deseos espirituales más elevados.

El ser espiritual encarnado está hecho para realizar actos de servicio, y sus deseos giran en torno a esta misma actitud de servicio. Así, desde el último de los errantes hasta el jefe de Estado, todos sirven a los demás de un modo u otro. Pero la perfección de tal actitud sólo puede alcanzarse desviando el deseo de servicio a la materia, o a Satán, hacia el servicio espiritual ofrecido a Dios. Tal es la perfección del servicio.

El Señor Krishna dice en este sentido: «Es solo a través del servicio devocional, y solo así, que uno puede conocerme tal como soy. Y el ser que por tal devoción toma plena conciencia de Mi Persona, puede entonces entrar en Mi reino absoluto.

Sólo sirviéndome con amor y devoción indivisos puede uno conocerme tal como soy, de pie ante ustedes, y así mismo, en verdad, verme. Así, y sólo así, será posible traspasar el misterio de mi Persona».

Todo pertenece a Krishna, Dios, la Persona Suprema.

El Ser Espiritual Supremo, Krishna, creó este mundo material y lo anima. Todo lo que existe, tanto en el mundo espiritual como en el cosmos material, pertenece a Krishna, Dios, la Persona Suprema, como Ser Supremo y Conciencia Suprema. Todas las cosas en este cosmos material, en cada una de las galaxias que flotan allí y en las estrellas y planetas que las acompañan pertenecen al Señor Krishna, y solo a Él.

Nada pertenece al país ni a los individuos, porque todo lo que existe en el universo material es propiedad de Dios. Nadie, cualquiera que sea su posición social y el poder que le corresponda, tiene derecho a acaparar cosa alguna de la propiedad absoluta del Señor, y menos aún invocando razones falaces para legitimar la desamortización en su único beneficio. Es robo, robo de la propiedad de Dios. Aquellos que lo hagan serán considerados envidiosos de Krishna, Dios, la Persona Suprema, irán al Infierno.

El Señor Supremo, Kṛiṣhṇa, está presente en la forma de Alma Suprema en cada cuerpo de materia, desde el ser celestial, al ser humano, animal y vegetal, y los activa a todos, sin lo cual, el alma espiritual que cada uno de nosotros es no podría utilizar en el que reside.

A cada alma encarnada se le asigna un cuerpo en el que puede vivir y actuar de acuerdo con las directrices de la Persona Suprema, que también reside en cada cuerpo. No debemos pensar que somos independientes de Dios, sino más bien entender que una cierta parte de la propiedad total del Señor Supremo nos ha sido atribuida, así como un ínfimo libre albedrío. Debemos saber que el cuerpo de materia no es propiedad del alma que reside en él, sino de Dios que lo creó, y que fue dado al alma encarnada en función de su karma.

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