En verdad, cada uno de nosotros es un alma espiritual distinta de Krishna, Dios, la Persona Suprema, un pequeño fragmento de Su Persona Divina, por lo que debemos comprender que siendo una parte del Todo, el fragmento nunca puede pretender convertirse en el Supremo.
Hay que ver más bien una indicación de que el alma condicionada por la materia y la energía de ilusión cae víctima de la última trampa de la energía ilusoria, que le hace creer que es Dios. Llevar al ser condicionado que cada uno de nosotros está en este mundo material a pretender no hacer más que Uno con la conciencia del Señor, es la última estratagema de la que utiliza la energía ilusoria para hacerla caer.
Quien muere bajo la influencia de la ignorancia de los datos relativos a Dios, a su verdadera identidad espiritual, al saber espiritual y a la verdad existencial, renace en el mundo de los animales. Y aquellos que están bajo la influencia de la ignorancia, caen en los planetas infernales que componen el Infierno.
Los que no saben se vuelven locos. Debido a que su situación los arroja a la angustia, se refugian en los intoxicantes, las drogas, y así se hunden más en la ignorancia. Su futuro es muy oscuro. Caen en los mundos infernales. Sus actos reprensibles, por el contrario, pueden precipitarlos hacia diferentes planetas infernales para sufrir aún más los tormentos de la vida material.
El Señor afirma que los seres demoníacos que rechazan admitir su existencia, se hunden cada vez más en las tinieblas de la ignorancia y reencarnan así, vida tras vida, sin el menor conocimiento de su Persona.
Es ahora, a lo largo de nuestra vida presente, cuando debemos prepararnos para nuestra próxima existencia.
¿De qué sirve tener una larga vida en este mundo si tenemos que pasarla en el miedo, la angustia, el sufrimiento y la ignorancia de la verdad existencial?
Mejor un momento de conciencia perfecta, pues marca el comienzo de una búsqueda hacia nuestro verdadero objetivo último, Dios.
El cosmos material, en el que flotan innumerables galaxias, cada una cargada con un número considerable de estrellas y planetas diferentes, se llama en realidad «el mundo del olvido y la morada de los muertos». Estamos en el Seol, pues la muerte es estar separado de Dios. Ahora nos corresponde a nosotros remediarlo.
Comprendamos que es inútil e inútil permanecer en este mundo del olvido durante cientos de años sin ningún conocimiento de los problemas de la existencia, y que es mejor vivir un solo instante con plena conciencia de nuestro interés supremo, que es todo conocimiento, bienaventuranza y eternidad. Seamos perfectamente conscientes de que si el alma, que cada uno de nosotros es en realidad, condicionada por la energía material e ilusoria, recibe la forma humana, es para alcanzar la perfección espiritual.