La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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Todos aquellos que cometen una ofensa y que, poseyendo una gran inteligencia, son conscientes de los efectos resultantes, deben imperativamente pedir perdón. Todos deben hacerlo y cuidarse de no ofender a las grandes almas.

En verdad, quien se atreva a insultar a una gran alma puede estar seguro de caer de su posición espiritual. Nadie puede proteger a quien blasfema contra una gran alma, y mucho menos Dios. Si fuera tan poderoso como el Señor Siva, el que comete una ofensa corre inevitablemente a su pérdida. Y si a alguien no le importa este juicio y se atreve a blasfemar contra un sabio erudito, un auténtico maestro espiritual sirviente de Krishna, un devoto del Señor o un guía espiritual, tendrá que sufrir vida tras vida.

Para preservarnos de todo esto, abandonémonos en Krishna, obedezcamos a Él, hagamos su voluntad divina, renovemos el vínculo que nos une a Él, vinculemos nuestros deseos y nuestros intereses a los suyos y sirvámoslo con amor y devoción, entonces el Señor nos tomará bajo su protección.

Grabemos esta verdad en letras de oro en nuestra memoria.

«Lo que hagamos a los demás, bueno o malo, nos lo harán a nosotros ya al final de nuestra vida presente, y ciertamente en la próxima».

Así que no hagamos daño a nadie, humano, animal o vegetal.

No cometamos el error de rechazar a Dios, o peor aún, de negar Su existencia, pues de lo contrario tendremos que sufrir la ira de la energía ilusoria del Señor.

Todos aquellos que están bajo la influencia de maya, la energía ilusoria del Señor, que es similar a Satanás, permanecen en la ilusión. Esta última ejerce su influencia de dos maneras: por el efecto de «proyección», o por el efecto de «velo».

Por el efecto de «proyección», sumerge a los seres vivos, seres humanos y animales, en la oscuridad de la ignorancia de los datos relativos a Dios y a la verdad existencial, y por el efecto de «velo», cubre la visión de los seres humanos con el escaso conocimiento relativo a la existencia de Krishna, la Persona Suprema.

Maya, la energía ilusoria también manifiesta su influencia sobre los hombres de menor inteligencia, haciéndoles creer que son idénticos a Dios.

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