La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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Nada puede suceder o llevarse a cabo sin la aprobación y sanción de Dios. Ni una brizna de hierba se mueve sin la aprobación del Señor Krishna. Esta palabra explica los diversos eventos que ocurren en el mundo, siguiendo el karma colectivo de un pueblo por ejemplo. Esto se traduce en guerras, pandemias, enfermedades, roces con la ley o plagas naturales.

Krishna envía regularmente al mundo desde su reino y descendiendo a la tierra o en cualquier otro lugar de la galaxia o en los planetas de otras galaxias, sus mensajeros personales, sus hijos u otros sirvientes íntimos, cuando aumenta la irreligión, el ateísmo se está extendiendo más y más, falso las creencias se están extendiendo, y los falsos guías espirituales que no saben nada acerca de Dios y su enseñanza están conduciendo a los hombres al precipicio. Descienden a un planeta y otorgan su misericordia al discípulo merecedor, ya través del sirviente íntimo y auténtico guía espiritual, Krishna también otorga su misericordia al discípulo designado.

Es así como a veces, de manera repetitiva, Krishna castiga a los hombres para obligarlos a cambiar de actitud, a respetar su palabra, sus directivas, so pena de severas sanciones.

Caminar con Dios es estar sumergido en la vida eterna.

La clave para la liberación o salvación del ser y la elevación espiritual del alma no es desear nada para uno mismo, sino desear con benevolencia que los demás tengan, para que puedan caminar con Dios.

Caminar con Dios es, por un lado, actuar como ejemplificó Jesús cuando dijo: «El hijo hace lo que ve hacer al Padre, y todo lo que hace el Padre, lo hace también el hijo».

Por otro lado, caminar con Dios es aplicar en la vida cotidiana, en cada momento, en todo tiempo, los preceptos, directrices y mandamientos de Dios, siendo siempre como el Señor nos muestra, en el amor incondicional, la bondad, el bien, la justicia y mi paz.

Caminar con Dios es demostrar todo esto en pensamiento, palabra y obra.

Caminar con Dios es demostrar sin fin, el amor que sentimos por Él.

Caminar con Dios es sentir el deseo constante y sin reservas de entregarnos a Él y de servirle con amor y devoción.

Caminar con Dios, en fin, es estar inmerso en la vida eterna, en el conocimiento absoluto y en una felicidad sublime, permanente, incesante y de la más alta intensidad.

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