Los seres encarnados, atormentados por el deseo de disfrutar de la existencia material, y habiendo por lo tanto aceptado como su maestro espiritual a otro ser tan ciego como ellos, igualmente apegado a los placeres materiales y a los objetos de los sentidos, no pueden comprender que el propósito de la existencia es volver a su hogar original, ubicado en el reino de Dios, para servirlo con amor y devoción.
Así como los ciegos guiados por otro ciego se desvían del camino ideal y caen en un barranco, los hombres apegados a la vida material, que se dejan guiar por otros seres humanos también materialistas en espíritu, están atados por las cuerdas muy robustas de acción egoísta y persiguen incesantemente su existencia material, sujetos a las tres formas de sufrimiento: los que surgen del cuerpo y la mente, los que surgen de otros seres vivos y los que surgen de la naturaleza material (huracán, tierra de álamos, inundación, sequía, etc.).
En general, se puede decir que casi todos los hombres desconocen la existencia del mundo espiritual. El conocimiento de los materialistas está extremadamente restringido a los únicos límites de nuestra galaxia material, ubicada en la parte oscura de la creación. No son conscientes de que más allá de nuestra galaxia se encuentra una miríada de otras, y aún más lejos, el mundo de los espíritus.
A menos que uno conozca a Dios perfectamente, en su forma primordial y sea su devoto, nadie puede conocer la existencia del mundo espiritual.
Los hombres, sólo interesados en el universo material, son llamados ciegos. Estos ciegos pueden por supuesto ser guiados por maestros espirituales tan ciegos como ellos, porque les falta el verdadero conocimiento verdadero, el que concierne a la naturaleza de la existencia en este mundo de materia densa. Estos maestros ciegos, preocupados por el mundo material externo, permanecen para siempre prisioneros de los poderosos lazos de la naturaleza material.
A menos que renunciemos al materialismo, rechacemos el placer de los sentidos, será muy difícil apegarnos al Señor y, por lo tanto, ser conscientes de Él. Únicamente volviéndose consciente de Krishna, Dios, la Persona Suprema, refugiándose en Él y sirviéndole con amor y devoción, uno puede liberarse de la contaminación material.
1°) Ser ciego es ignorar todo acerca de Dios, no saber nada de su forma real, personal, primordial, original, infinita y absoluta.
2°) Ser ciego es ignorar todos los datos relativos a la verdad existencial.
3°) Ser ciego es ignorar todo acerca de nuestra verdadera identidad espiritual, el vínculo que nos une a Krishna, y la posición natural que tenemos con Él.
4°) Ser ciego es ignorar que todos nuestros pensamientos, palabras y acciones producen efectos positivos o negativos, que provocan consecuencias cuyos beneficios o sufrimientos tendremos que sentir ya en nuestra vida actual, y ciertamente en nuestra próxima existencia.
5°) Ser ciego es ignorar que el fin último de la existencia es Dios mismo. Absolutamente debemos ir a buscarlo en su reino eterno.