Logos 26
Cuando un ser santo purificado está preparado, se produce lo que comúnmente se llama la muerte, que en definitiva no es más que un cambio repentino de cuerpo.
En realidad, en cuanto se produce la muerte, que sólo afecta al cuerpo, el alma es transportada inmediatamente a su cuerpo etéreo por los ayudantes de Dios y colocada en el vientre de una nueva madre, que le crea un nuevo cuerpo. A continuación, se pone inmediatamente en un sueño profundo. Para un ser sagrado, este cambio es comparable a un relámpago, que va acompañado simultáneamente de una luz brillante. Por la voluntad del Señor Supremo, desarrolla un cuerpo espiritual en el mismo momento en que deja el cuerpo material. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, incluso antes de la muerte, el ser puro está libre de todo apego material y, debido a su constante contacto con el Señor, posee un cuerpo totalmente espiritualizado. Aparte del ser santo, todos los demás se reencarnan inmediatamente.
El Señor Supremo dice al respecto: «En el momento de la muerte, el alma toma un nuevo cuerpo, con la misma naturalidad con que pasó, en el anterior, de la infancia a la juventud y luego a la vejez. Este cambio no perturba a quienes son conscientes de su naturaleza espiritual.
Son los pensamientos, deseos y recuerdos que tienes en el momento de la muerte los que determinan cuál será tu próxima existencia.
Quien, en el momento de la muerte, deja su cuerpo acordándose sólo de Mí, llega enseguida a Mi reino, no lo dudes.»
Logos 27
Sólo el alma espiritual ilumina todo el cuerpo con la conciencia. La conciencia es la prueba concreta de la presencia del alma en el cuerpo. La conciencia es la energía principal del alma.
Es la conciencia particular de un alma individual la que dirige sus acciones. El cerebro no es más que un instrumento que no tiene relación con la verdadera inteligencia del alma. La conciencia es el principio mayor, la esencia del alma espiritual, la energía del alma, es el alma misma. El alma está presente en el corazón del ser vivo, celeste, humano, animal y vegetal, es la fuente de todas las energías que sostienen el cuerpo. La energía del alma se extiende por todo el cuerpo, es lo que se llama conciencia.
La verdadera inteligencia es también otro principio principal del alma, pues está en el alma y en ninguna otra parte. La inteligencia, la mente y la conciencia reales, en su
forma pura, son inherentes al alma espiritual como algo distinto de Dios. Esto permite afirmar con certeza que el cerebro del cuerpo material no es el centro de la inteligencia, y que es la conciencia del alma la que determina la inteligencia de sus acciones. Sea cual sea el cerebro que tengamos, nuestra vida tendrá éxito si simplemente apartamos nuestra conciencia de la materia y la dirigimos hacia Krishna, Dios, la Persona Suprema. La conciencia es individual. Dado que la conciencia sigue siendo única para el individuo, permanece inalterada a pesar de la transformación del cuerpo. Así, la constitución física no tiene relación con el desarrollo de la conciencia, que sigue los movimientos del alma a través de sus transmigraciones (reencarnaciones).
Quien adopta el camino de la conciencia de Krishna, Dios, alcanza la más alta perfección de la existencia, sin importar la decadencia en la que haya caído. En otras palabras, cualquiera que esté en conciencia de Krishna volverá a Dios cuando deje su cuerpo material.