Logos 11
Nadie puede servir al Señor en medio de su entorno sin estar establecido en su identidad espiritual pura, totalmente libre de la contaminación material. palabras, al pensar en Krishna y Sus compañeros con plena conciencia de la propia identidad espiritual, uno se califica para entrar en el reino espiritual. Nadie puede contemplar las actividades del mundo espiritual sin estar establecido en su pura identidad espiritual, y saber en conciencia que es un alma espiritual.
Logos 12
Quien es consciente de Dios desarrolla el amor puro por Krishna, la Persona Suprema. Cualquiera que sea la relación que una persona tenga con el Señor Supremo, es la que emana de sus sentimientos hacia Dios la que tiene prioridad.
Toda relación personal con Dios comienza necesariamente con una relación de siervo-maestro y luego, si es necesario, se convierte en amistad, después en amor paternal y finalmente en amor conyugal. Quien se establece en su propia relación con Dios, la Persona Suprema, está en la mejor relación para él. Sin embargo, un análisis de los sentimientos espirituales que caracterizan las diversas relaciones con la Divinidad revela que la relación neutra (aquella por la que se considera a Dios, sólo como el Supremo Eterno) con el Señor Supremo está en el primer peldaño. Una realización más elevada de Dios consiste en verle como su maestro y luego, más allá de eso, como su amigo; y más elevada aún es la relación en la que uno percibe al Señor como su hijo. La relación parental es, pues, más evolucionada y de mayor calidad que la relación de amistad, pero la relación suprema de todas es aquella en la que se desarrolla el amor conyugal por el Señor Soberano.
La realización espiritual con una actitud de servicio es en sí misma trascendental, pero cuando esta actitud se transforma en sentimiento fraternal, la relación se profundiza aún más. Y cuando el afecto se intensifica, la relación llega a establecerse a nivel parental. Sin embargo, en última instancia, el amor conyugal es la relación más elevada que puede unirnos con el Señor Supremo. Cualquier afecto espiritual por el Señor Supremo en cualquier nivel es indudablemente trascendental, pero el que es propio de un devoto es más deleitable para Él que para cualquier otro.