Para evitar hundirnos en la ignorancia y la perdición, el Señor nos da este sabio consejo:
Hay tres puertas al infierno: la concupiscencia, la ira y la avaricia. Que todo ser humano cuerdo las cierre, pues llevan al alma a su ruina.
Libérate de la ira, la codicia y la concupiscencia, para que puedas elevarte al nivel espiritual. La concupiscencia, la ira y la codicia cortan líneas paralelas a través del corazón y obstaculizan el progreso en el camino espiritual.
La paz mental es necesaria para el desarrollo de las cualidades de veracidad, limpieza o pureza, autocontrol y tolerancia, ya que, mediante el conocimiento de las causas primeras y su aplicación práctica en la existencia, el ser humano se convence de lo que concierne a la naturaleza de la Verdad Absoluta [que no es otra que Dios mismo].
Permanece en la satisfacción, ya que el santo siempre satisfecho en sí mismo nunca se desvía de su deber prescrito, y así, mediante la adhesión en todas las circunstancias al deber prescrito, como todo el mundo pero de forma privilegiada, puede alcanzar la más alta perfección, el nivel en el que se cumplen todos los deseos.
Incluso con la opulencia de Indra, el rey de los planetas edénicos, el insatisfecho tendrá que transmigrar inevitablemente de un planeta a otro, sin conocer nunca la felicidad. Pero aquel cuya mente está bañada en paz vivirá felizmente en cualquier lugar, incluso si es privado de su alta posición.
El Señor añade: «Ofrezco Mi respetuoso homenaje a los sabios eruditos [maestros espirituales o guías espirituales], y a los devotos, pues los primeros siempre encuentran satisfacción en sí mismos y los segundos se dedican constantemente a actos beneficiosos para la sociedad de los hombres. Los sabios eruditos y los devotos son los mejores amigos de los hombres. Ambos están libres de egoísmo y sus mentes están constantemente bañadas en serenidad.»
Cuando el ser encarnado es capaz de superar las tres gunas [los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión y la ignorancia], se libera del nacimiento, la vejez, la muerte y los sufrimientos que provocan. Así podrá disfrutar de la ambrosía en esta misma vida.
Aunque siga encarnado en un cuerpo humano, el ser espiritual puede, cultivando el conocimiento espiritual, liberarse de la influencia de las tres gunas. Incluso en su cuerpo actual, puede disfrutar de la felicidad de la vida espiritual, ya que después de dejar su cuerpo tiene la seguridad de alcanzar el mundo espiritual.
En otras palabras, uno puede reconocer al ser humano liberado de las garras de los tres atributos de la naturaleza material por el hecho de que está establecido en el servicio devocional, en la conciencia de Krishna o conciencia de Dios. En efecto, cuando uno se libera de las tres gunas, adopta inmediatamente el servicio devocional y la conciencia de Krishna, a través de los cuales puede acercarse a Dios, y verlo cara a cara.
Todo el secreto de la conciencia de Dios es darse cuenta de que nada existe aparte de Krishna. Quien comprende esta verdad se libera de todo temor y entonces conoce la paz suprema.