El Señor añade: «Para aquel que enseña este secreto supremo a Mis devotos, el progreso en el servicio devocional está asegurado y al final volverá a Mí sin ninguna duda. Ninguno de Mis siervos en este mundo es más querido para Mí que él, y nadie será nunca más querido para Mí.»

Dios, la Persona Suprema, quiere que todos seamos felices, pero no podemos serlo separados de Él, pues somos fragmentos diminutos, partes integrantes de su Persona Divina. Por lo tanto, debemos ir a Él sin demora, y a partir de ahora, a través de nuestra conciencia de Krishna o conciencia de Dios, ponerlo en nuestra mente, pensar constantemente en Él.

No debemos olvidar, sin embargo, que el verdadero objetivo de la existencia consiste sobre todo en conocer a Dios como realmente es, en renovar el vínculo de amor que nos une a Él, en obedecerle y hacer sólo su voluntad, en unir nuestros deseos e intereses con los suyos, en servirle con amor y devoción y, finalmente, en volver a su reino absoluto, todo conocimiento, dicha y eternidad.

Esta es la verdadera liberación, la verdadera libertad y la perfección de la existencia.

Aquellos que constantemente piensan en el Señor y siempre tienen sus pensamientos dirigidos hacia Krishna, Dios, la Persona Suprema, inmediatamente se unen al reino de Dios después de dejar su cuerpo material en el momento de la muerte.

El Señor dice: «Quien, en el momento de la muerte, deja su cuerpo acordándose sólo de Mí, llega enseguida a Mi reino, no lo dudes.»

La condición original del alma es la eternidad, el conocimiento perfecto, la alegría sin mezcla y la dicha constante.

Sólo cuando el alma se involucra en los modos de acción material se vuelve miserable, presa de la ignorancia y del tiempo. Estos males no tienen otro origen que la realización de actos reprobables.

Volver a Dios nos permite recuperar nuestra condición original, y entrar en la vida verdadera.