Logos 403
Nada puede suceder u ocurrir a menos que Dios lo permita o lo quiera.
Sólo Aquel para quien todo está originalmente destinado, el Señor Soberano, Krishna, tiene asegurada la victoria en todo momento. Dios es el artífice de la creación, conservación y destrucción del universo, y tiene conocimiento de todo. Estando bajo su dependencia y obligados a revestirse de cuerpos materiales, los seres vivos, que están subordinados a Él, a veces ganan y a veces pierden.
El Señor dice: «Yo estoy en el corazón de todo ser, y de Mí vienen el recuerdo, el conocimiento y el olvido».
En una lucha, los oponentes actúan según la voluntad de Dios, la Persona Soberana, que es el Alma Suprema.
El Señor Krishna afirma: «Bajo la influencia de las tres gunas [de los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión y la ignorancia], el alma extraviada por el falso ego [el deseo de dominar la naturaleza material e identificarse con el propio cuerpo] cree que es la autora de sus acciones, cuando en realidad las realiza la naturaleza.»
Todos los seres actúan sólo según la voluntad de Dios. El Señor transmite Sus órdenes a la naturaleza material, que hace todos los arreglos necesarios para las almas encarnadas y condicionadas por la materia. Por tanto, no son independientes, aunque se imaginen tontamente que son los autores de sus actos. La victoria siempre es de Dios. En cuanto a los seres subordinados, luchan de acuerdo con los arreglos hechos por el Señor. La victoria o la derrota no es realmente suya, es el resultado de los arreglos hechos por el Señor a través de la naturaleza material. Por lo tanto, el orgullo en la victoria o la tristeza en la derrota son bastante inapropiados. Hay que depender enteramente de Dios, la Persona Suprema, pues sólo Él es responsable de las victorias y las derrotas de todos los seres.
A este respecto, recomienda: «Cumple con tu deber, pues la acción es mejor que la inacción».
El ser individual distinto de Dios, que es cada uno de nosotros, se inspira para actuar de acuerdo con su posición social. Su victoria o derrota depende enteramente del Señor Supremo.