Logos 402
El tiempo es una manifestación del Señor, destinada a recordarnos que debemos rendirnos a Dios.
El miedo a la muerte surge por la acción del factor tiempo, que es la influencia de Dios, la Persona Suprema. En otras palabras, el tiempo es destructivo. Todo lo creado está también sujeto a la destrucción y aniquilación, que es la acción del tiempo. El tiempo es una manifestación del Señor, destinada a recordarnos que debemos entregarnos a Él. El Señor se dirige a cada alma condicionada en forma de tiempo. El Señor nos enseña a tolerar, sin que nos afecten, las desgracias que nos inflige la Providencia. Todo esto es obra del tiempo ineludible, que arrastra a todos los seres de todos los planetas.
No olvidemos que el aspecto más importante e indispensable de la existencia es encontrar nuestra identidad espiritual.
La civilización actual está demasiado preocupada por el cuerpo material y sus comodidades, y nadie conoce el verdadero propósito del viaje de la vida, que es volver a Dios. No sólo nos sentamos en un compartimento cómodo, sino que también nos aseguramos de que el vehículo se mueve en la dirección correcta. Dedicarse al
bienestar del cuerpo material no aporta ningún beneficio real a largo plazo si significa olvidar el lado primario e indispensable de la existencia, recuperar nuestra identidad espiritual perdida. La forma humana está diseñada de tal manera que debe dirigirse hacia un objetivo espiritual.
Nadie puede acercarse a Dios si antes no se purifica de todas las consecuencias de sus faltas.
Sólo aquellos que han evolucionado hasta el nivel de la virtud pura pueden acercarse a Dios, conocerle tal y como es y servirle. Dios es el Ser Espiritual Supremo, la morada última, el Purificador Soberano. Todos los seres vivos son seres de naturaleza espiritual, pero Krishna es Dios, el Ser Supremo. También es la última morada de todas las cosas y el más puro de todos los puros. Para acercarse a Él, por tanto, hay que ser perfectamente puro y para ello se requiere la moral y la ética.
Por eso Dios dice: «Sed santos, como yo soy santo».
Por eso también está prohibido mantener relaciones sexuales ilícitas fuera del matrimonio, consumir carne animal (carne, pescado y huevos), cualquier sustancia embriagadora como el alcohol, el tabaco, la cafeína, la marihuana y otras drogas, y dedicarse a los juegos de azar o a la especulación monetaria. Quien evita estos cuatro pilares del pecado puede permanecer puro. La conciencia de Krishna se basa en esta moral; cualquiera que no pueda seguir los principios anteriores caerá del plano espiritual.
La pureza es el principio fundamental de la conciencia de Dios y es esencial para restaurar nuestra relación eterna con Dios.
El Señor dice: «Entrégate por completo a mí. Por Mi gracia conocerás la paz absoluta y llegarás a Mi morada eterna y suprema».