El apego a la ciencia materialista, que siempre queda confundida por la falta de luz espiritual.

El apego a las costumbres religiosas, a los rituales, sin conocer a Dios, la Persona Suprema, ni a Sus devotos, que es la razón misma de la santidad de estas prácticas.

En realidad, es muy raro obtener un cuerpo humano. El alma sólo puede alcanzarla después de haber pasado por millones de especies corporales inferiores, plantas y animales.

Sin embargo, sólo la forma humana permite al ser inteligente conocer las leyes del karma, la ley de acción-reacción, la ley de causa y efecto, y así liberarse del ciclo de reencarnación repetida. El cuerpo humano es el único escape de los sufrimientos de la existencia material. La persona que utiliza mal su forma humana y no toma conciencia de su ser espiritual no es mejor que un animal.

Son las actividades dirigidas a la satisfacción de los sentidos y cuyo único propósito es complacer a la mente y a los sentidos, las que son la causa de la esclavitud del alma a la materia. Mientras el alma se entregue a estas acciones egoístas, no dejará de transmigrar, de reencarnarse de una especie a otra.