Como el alma es el principio fundamental y la esencia de la vida, puede observar el cadáver que acaba de dejar. Puede ver, oír y sentir, como si tuviera todas las facultades del cuerpo físico. El alma no necesita un cuerpo para existir, pero sin la presencia del alma, el cuerpo de materia densa no es más que una masa de partes materiales del cuerpo, inerte, un mero cadáver.
Son los agentes del Señor los que sacan el alma encerrada en su cuerpo etéreo del cuerpo material muerto y la instalan en el vientre de su futura madre, celestial, humana o animal, en la galaxia donde estaba, o en otra, de acuerdo con las leyes inmutables del karma y de la naturaleza material. Tras la muerte, el alma incorpórea, liberada de su cuerpo material, es capaz de viajar a la velocidad del pensamiento. Hay poco tiempo entre dos encarnaciones.
El ser encarnado, debido a su karma, vaga por toda la galaxia. Es llevado en la semilla de un padre tras otro y colocado en el vientre de una madre específica. Por las leyes de la naturaleza material, el alma está obligada a integrarse con la semilla de un padre y a introducirse en el vientre de una madre. No puede elegir directamente a su padre. Su destino está determinado por sus actividades en sus vidas anteriores. La ley del karma le obliga, por tanto, a aceptar varios padres, celestiales, humanos o animales.
Como el alma pasa por varios cuerpos, ya sea el de un ser celestial, el de un ser humano, el de un animal o el de una planta, debe tener un padre y una madre. Esto no presenta ninguna dificultad importante. Por otro lado, será mucho más difícil que tenga un padre espiritual, un auténtico maestro espiritual.
Todo ser humano tiene el deber de buscar a ese maestro espiritual, pues bajo su guía puede liberarse del ciclo de la reencarnación y regresar a su hogar original en el mundo espiritual. Sólo las almas que son plenamente conscientes de Dios y de su ser espiritual pueden alcanzar el mundo espiritual más allá del ciclo de la reencarnación.
Así es como se produce la transmigración. Durante el traslado de un cuerpo a otro, el alma es llevada por los servidores de Yamaraja, el maestro de la muerte y juez de los pecadores, seres culpables, designados para este puesto por Dios, que primero la llevan a través de un cierto tipo de vida infernal, para acostumbrarla a la difícil condición que experimentará en su próxima vida, donde tendrá que vivir en su próximo cuerpo, debido a sus actos culpables.
Para aquellos que han trabajado para Dios, que se han entregado al Señor y se han complacido en servirle con amor y devoción, Krishna, Dios, la Persona Suprema, enviará a Sus siervos íntimos, que bajarán de Su reino para recogerlos y llevarlos con ellos, para que puedan vivir con el Señor por toda la eternidad en una felicidad inefable. Nunca más volverán al mundo material.