Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 117

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Todos los seres bajo el yugo de la energía material del Señor Supremo, desde Brahma (el primer ser creado) hasta la insignificante hormiga, adoptan cuerpos que varían según la naturaleza de sus actos pasados.

La naturaleza material es, en efecto, una de las energías del Señor, pero se dice que es inferior en comparación con los seres humanos, que constituyen la energía superior. Es a través de la unión de estas dos energías del Señor que se manifiestan el universo y los mecanismos de acción.

Aunque algunos seres, por su condición privilegiada, disfrutan de una relativa felicidad, mientras que otros viven en la angustia, nadie es realmente feliz en este mundo condicionado por la materia. Un prisionero nunca será feliz, aunque esté encerrado en una celda confortable o en un calabozo insalubre. En lugar de tratar de pasar del «calabozo» a la «celda confortable», el hombre inteligente debe más bien esforzarse por liberarse. Si es promovido a la «celda agradable», el mismo preso volverá tarde o temprano al «calabozo». Así que debemos tratar de liberarnos de esta vida de cautiverio y volver a nuestra morada original, a Dios. Este debería ser el verdadero destino de todos los seres vivos, sean quienes sean.


Logos 118

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La mente está sujeta a todo tipo de experiencias materiales [alegrías y penas], y es en forma de inteligencia que delibera. Las funciones de la mente son de tres tipos: pensar, sentir y querer.

Engañado por la naturaleza material, el ser humano se identifica con el ego material. El proceso funciona como sigue: En cuanto el ser espiritual entra en la prisión del cuerpo material, olvida su verdadera identidad como alma espiritual y se identifica con diversas denominaciones que corresponden a una concepción corpórea de la existencia. Este ego material entra en contacto con los diferentes modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión, la ignorancia, a los que los sentidos se apegarán entonces. La mente permite sentir diversas experiencias de carácter material, mientras que la inteligencia tiene un poder deliberativo que permite al ser optar por lo que cree más conveniente.

El hombre inteligente puede así escapar de la existencia material ilusoria si sabe hacer un uso juicioso de su inteligencia. Porque si toma conciencia de los problemas ligados a la existencia material, tratará entonces de descubrir su verdadera identidad, la causa de los diversos sufrimientos que se le imponen y el modo en que puede liberarse de ellos.

Por lo tanto, se recomienda que los seres con discernimiento busquen la beneficiosa compañía de los hombres santos y los grandes sabios que han tomado el camino de la salvación, y así se eleven a un nivel superior de realización espiritual. A través de las enseñanzas de estas grandes almas, el ser encarnado y condicionado puede aprender a romper el vínculo que le une a la materia. De este modo, el hombre inteligente puede liberarse gradualmente de la ilusión y del ego material, y alcanzar la verdadera existencia, toda la eternidad, el conocimiento y la dicha.

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