todos estos cantantes del bosque comenzaron a modular sus más dulces canciones; los pavos reales, con sus compañeros, abrieron la danza. Una agradable brisa esparcía el perfume de varias flores, y todo, al contacto con el cuerpo, daba una agradable sensación. Los sabios, acostumbrados a sacrificar en el fuego, volvieron a encontrar que su casa era la más adecuada para tales ofrendas. De hecho, el fuego de los sacrificios casi había sido desterrado de la casa de los santos, debido a la persecución de los reyes demoníacos. Ahora podría retomar su lugar en paz. Al estar prohibida la ofrenda de sacrificios, la tristeza en sus mentes, intelectos y obras había roído a los santos maestros espirituales; pero justo antes de la aparición de Krishna, cuando oyeron las profundas vibraciones espirituales en el cielo que anunciaban el advenimiento de Dios, la Persona Suprema, sus mentes se bañaron de nuevo en alegría.
Los habitantes de los planetas Gandharvas y Kinnaras comenzaron a cantar, y los seres de Siddhaloka y los Caranas en sus propios planetas comenzaron a ofrecer sus oraciones a Dios, la Persona Suprema. Y en los planetas edénicos, los ángeles y sus acompañantes, a los que se unieron las Apsaras (bailarinas celestiales), comenzaron a bailar.
Alborozados, los grandes sabios y los seres celestiales lanzaron lluvias de flores. En las playas, las suaves olas se deslizaban, y en el cielo, sobre las aguas, los truenos sonaban agradablemente entre las nubes. Cuando todas las cosas estaban así en armonía, Sri Visnu, que mora en los corazones de todos los seres, apareció en la oscuridad de la noche en la forma de la Persona Suprema. Se presentó ante Devaki, que entonces asumió la apariencia de una diosa.
El tratado astronómico llamado Khamanikya especifica en detalle el orden de las constelaciones en el momento de la aparición de Sri Krishna. Confirma que el niño nacido en ese momento auspicioso no era otro que el Ser Supremo, la Verdad Absoluta. Vasudeva ve al Niño Maravilla ante él: Tiene cuatro manos, que sostienen la caracola, la maza, el disco y la flor de loto respectivamente; el signo de srivatsa (formado por pelos blancos en Su pecho) lo decora; está adornado con el collar que lleva la piedra kaustubha y vestido con seda amarilla; Una luz emana de Él como de una nube oscura pero radiante; en su cabeza hay una corona con incrustaciones de la piedra vaidurya; brazaletes preciosos, pendientes y muchas otras joyas adornan su cuerpo por todas partes, y su rostro está rodeado de abundante cabello. Esta extraordinaria aparición del Niño sorprende a Vasudeva. ¿Cómo puede un niño recién nacido mostrar tales galas?
Vasudeva se dio cuenta entonces de que Sri Krishna había aparecido, y se sintió abrumado por el acontecimiento. Con humildad se pregunta cómo él, un ser ordinario, condicionado por la naturaleza material y encarcelado por Kamsa, puede ver a Visnu, o Krishna, Dios la Persona Suprema, aparecer como un niño, y en toda su gloria, bajo su techo.