fuente de todo placer. Los impersonalistas aspiran a fundirse en el brillo de eternidad y de saber del cuerpo universal de Dios, pero así se desvían de la mayor parte de la felicidad absoluta que hay en Krishna. Cuando nos hayamos liberado de la deshonra creada por la ilusión material, de la falsa identificación de uno mismo con su cuerpo, del apego, del desvío y de la absorción en la materia, podremos conocer la satisfacción espiritual de fundirnos en el brillo del Señor. Esas son las condiciones preliminares para la realización espiritual. El ser que ha alcanzado ese nivel debe entonces llenarse de júbilo, pero de un júbilo que en realidad no es solo uno; más bien se tratará del sentimiento de verse liberado de todas las congojas. Sin embargo, verse así liberado de la congoja marca quizás el primer estadio de la felicidad, pero, por supuesto, ahí no se encuentra la satisfacción perfecta. De forma que, el que descubre su identidad espiritual se prepara solamente a acceder al nivel de la felicidad real, que solo tiene lugar cuando se disfruta del contacto con Krishna. Es tan perfecta la Consciencia de Krishna que contiene en sí misma el placer espiritual que se desprende de la realización impersonal del ser espiritual, de manera que hasta el impersonalista quedará fascinado por el aspecto personal de Krishna, en Su Forma primordial.
El brillo del cuerpo trascendental de Dios está compuesto de los rayos que emanan del Cuerpo de Krishna; este representa ni más ni menos que la manifestación de su energía. Y el Propio Krishna sostiene que él se encuentra en la fuente de ese brillo. Por lo tanto, podemos afirmar que el aspecto impersonal de la Verdad Absoluta no representa su fin último, sino que es en Krishna en donde reside su perfecta conclusión.
Por tanto, los seguidores del verdadero saber espiritual nunca tratan de fundirse en el brillo del cuerpo universal de Dios en su búsqueda de la perfección espiritual, como hacen los creyentes de las religiones monoteístas, porque reconocen en Krishna la Meta final de la realización espiritual.
Dios, la Persona Suprema, es perfecto y completo, y Su perfección es total. Todo lo que emana de Él, como el mundo de los fenómenos, constituye también una totalidad completa en sí misma. Todo lo que procede del todo completo está también completo en sí mismo. Debido a que Él es el todo completo, aunque de Él emanan innumerables unidades, completas también ellas, Él conserva Su exhaustividad.
Entendamos que nuestros sentidos imperfectos se muestran impotentes al no poder alcanzar la grandeza del Señor Supremo y que, además, es imposible contenerlo dentro de los límites del tiempo o de nuestro poder de pensar. Él trasciende el espacio, el tiempo y el pensamiento y, aunque a veces aparece en su seno, habita más allá de este, en el nivel trascendental. Aun cuando el espacio, el tiempo y el pensamiento llegan a enmascarar la naturaleza divina del Señor, Sus puros devotos saben reconocerlo y distinguir Sus rasgos personales más allá de esos tres velos. En otras palabras, aunque el señor permanezca oculto para el hombre normal, los que se