Al final de los tiempos, cuando ha llegado la aniquilación final de la galaxia, el Señor mismo, en forma de Rudra, el destructor de mundos, aniquila toda la creación, toda la galaxia. Toda la creación es obra de Dios, la Persona Suprema, en su forma de Brahma. Lo sostiene en su forma de Visnu y lo destruye en su forma de Rudra o Siva. La creación, el sostenimiento y la destrucción o el fin del mundo se realizan así a su debido tiempo.
El alma encarnada condicionada por la materia y la energía de la ilusión, que en su miopía considera este mundo temporal como su morada permanente, debe conocer inteligentemente el propósito de este ciclo de creación y destrucción repetitivas.
Los que se aferran a los frutos de sus actos en este mundo, quieren crear gigantescas residencias, grandes empresas, enormes potencias industriales y otros proyectos a gran escala, no son conscientes de que al final tendrán que abandonarlo todo contra su voluntad, cuando llegue la muerte, para comenzar otra existencia en la que se repetirá el mismo ciclo.
¿Cuál es la razón principal por la que el Señor quiere recrear la manifestación material destruida, la galaxia material destruida?
La verdad es que el Señor desea recrear la manifestación material, para dar a las almas condicionadas por la materia y la energía ilusoria, que han estado dormitando en el olvido hasta ahora, una nueva oportunidad de redimirse.
La manifestación material, es decir, la galaxia material, da a las almas condicionadas la oportunidad de volver a Dios, a su morada original en el reino eterno y absoluto del Señor. Este es su principal objetivo.
El Señor es tan bueno que en ausencia de esta manifestación, siente una carencia, de ahí la creación.
Todo el proceso de la creación está destinado a despertar a las almas condicionadas que estaban dormidas hasta entonces a la existencia real de la conciencia espiritual, para que puedan llegar a ser tan perfectas como las almas eternamente liberadas que viven en los planetas espirituales en el reino de Dios.
A Krishna, Dios, la Persona Suprema, le gusta ver que todas las entidades que emanan de Sus diversos poderes comparten con Él la sublime felicidad de la dicha espiritual, pues participar en la satisfacción eterna del Señor constituye la más alta perfección de la existencia, toda la dicha espiritual y el conocimiento eterno.