El camino hacia la liberación, hacia la verdadera libertad
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El sufrimiento que siente el alma encarnada proviene en realidad de las anomalías corporales mencionadas anteriormente. Precisamente porque se identifica erróneamente con su cuerpo, hace suyo el dolor que éste expresa. Es el cuerpo el que expresa todas las anomalías corporales para poder brindar los cuidados necesarios, por lo que es el cuerpo el que sufre, no el alma.

Los sufrimientos del alma encarnada y condicionada por la naturaleza material y la energía de la ilusión son sólo superficiales, no tienen realidad intrínseca. Todos aquellos que viven según las enseñanzas de Dios abandonan la concepción corporal errónea de la existencia, según la cual el alma sufre los males que le inflige la materia, el cuerpo de materia densa.

El origen de todos los sufrimientos del alma es precisamente el cuerpo de materia densa en el que se encarnó, el cuerpo que la recubre. Los sufrimientos que siente el alma son los del cuerpo, no los propios, pues éste no sufre.

Para poner fin a nuestro sufrimiento, sólo tenemos que abandonarnos a Dios y vivir según sus enseñanzas. Dejemos nuestro cuerpo material, así como este mundo de sufrimiento, y volvamos al mundo espiritual, este es el deseo que Dios nos formula, así que escuchémosle.

La mentira es el origen del extravío del hombre.

La mentira resultante del desconocimiento de los datos relativos a Dios tal como Él realmente es, a la verdad existencial y absoluta, a nuestra verdadera identidad espiritual y al perfecto conocimiento espiritual, está en el origen del extravío del hombre.

Dios dice: «El que hace engaño no habitará en mi casa, ni el que habla mentira permanecerá en mi presencia».

La primera mentira, la que nos impide conocer al Eterno Supremo tal como realmente es, es haber hecho creer que Dios es un Ser Supremo Impersonal, es decir sólo espiritual sin forma, y ​​descubrir la verdad absoluta.

La segunda mentira, la más terrible, la que hunde al ser espiritual encarnado en la ignorancia, la vagancia perpetua y el ateísmo, es haber hecho creer a los hombres que la reencarnación no existía, que nosotros sólo somos el cuerpo de la materia y no una entidad espiritual. , y que cuando ocurre la muerte, pone fin definitivamente a nuestra existencia material y nos sumerge inmediatamente en la nada, el olvido de todo, la inacción total.

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