El camino hacia la liberación, hacia la verdadera libertad
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Las fuentes del origen de la perdición del hombre.

El alma es originalmente toda bondad y pureza.

Cuando uno accede al plano del alma espiritual, todo es bondad y pureza. No somos el cuerpo material con el que nos identificamos erróneamente, sino un alma espiritual encarnada en una envoltura carnal. Todos los seres espirituales son

minúsculos fragmentos de Dios, parcelas infinitesimales, partes integrantes de su divina persona, el Infinitamente Bueno.

Debido a que cada uno de nosotros es un alma espiritual y parte de Krishna, Dios, la Suprema Personalidad de Dios, también somos puros, porque somos almas espirituales.

Las impurezas se adquieren a través de cuya contaminación el universo material es la fuente, y debido a nuestra encarnación y nuestro condicionamiento por la materia y nuestro cuerpo material. Porque los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; La virtud, la pasión y la ignorancia influyen en el alma, ésta sufre. Debe ser liberada de todo sufrimiento.

Desde un punto de vista material, uno puede ser un sabio erudito manchado por la virtud o un trabajador manchado por la pasión o la ignorancia. Pero desde un punto de vista espiritual, ambos están contaminados por la naturaleza material, de ahí su sufrimiento.

Mientras estas influencias materiales nos afecten, todos estaremos en el mismo barco. Por eso Dios nos aconseja vivir según sus enseñanzas, abandonarnos a él y regresar a su reino eterno.

Nuestro cuerpo material es la origen de todo nuestro sufrimiento.

Todos somos, en verdad, almas espirituales inmortales, eternas, y no el cuerpo de materia densa en el que encarnamos y con el que erróneamente nos identificamos.

El alma espiritual que cada uno de nosotros realmente es no nacida, inmortal, eterna, original e inmutable. Es imperecedero, indestructible e inconmensurable. No mata ni puede ser matado. No nace, no muere, nunca ha tenido principio y nunca tendrá fin. Ella no muere con el cuerpo. Ninguna arma puede partirlo, perforarlo o matarlo, el fuego no puede quemarlo, el agua no puede mojarlo, ni el viento puede secarlo. Es indivisible e insoluble. Omnipresente, inalterable y fija. No es posible hacerle daño y, por tanto, nada puede hacerla sufrir.

En este caso me dirás, ¿por qué sufrimos?

Debido a los actos pecaminosos cometidos durante sus últimas encarnaciones y a las consecuencias de su karma, el alma se vio obligada a encarnar y, por tanto, a asumir una envoltura corporal material. Precisamente porque debe cubrir un cuerpo de materia densa, nace este último. El alma está en el origen de la existencia del cuerpo material. No tiene pasado, presente ni futuro, ni envejece como el cuerpo. Los cambios corporales no le afectan. Es gracias a ello que el cuerpo puede desarrollarse y mantenerse vivo.

El alma siempre está plenamente consciente y llena de conocimiento. Sin embargo, la conciencia es la manifestación perceptible del alma y la energía de esta última. El alma manifiesta su omnipresencia difundiendo su conciencia por todo el cuerpo, y es por tanto gracias a este último que percibe todas las anomalías corporales, siente todos los contactos como roces, picaduras, inflamaciones, heridas diversas, etc., y por tanto el sufrimiento. eso resulta. La conciencia es prueba de la existencia del alma en el cuerpo.

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